La crisis debido a la pandemia por el covid-19 ha provocado cambios a todos los niveles, y las empresas no son la excepción. Para reducir costos y mantenerse operando con niveles mínimos de eficacia y eficiencia, los gerentes se han visto obligados a tomar una serie de medidas, entre las cuales figuran la modificación del contrato laboral y la suspensión. Pero una de las decisiones más drásticas es la disminución de la plantilla (downsizing) o despido de empleados.
Mucho se habla de la suerte que corren aquellos que son desvinculados de las organizaciones, tomando en cuenta el impacto negativo que tiene el desempleo no solo en su calidad de vida en términos materiales, sino también en su salud mental.
Sin embargo, merece la pena que enfoquemos nuestra atención también en aquellos empleados que la gerencia decide conservar. Y es que, si bien es cierto que, en medio de las adversidades que abundan en el mercado y las dificultades para conseguir colocación, estos empleados han logrado la "hazaña" de preservar sus puestos, no debemos soslayar que se trata de un grupo que aún continúa siendo vulnerable, víctima de lo que se conoce como "síndrome del sobreviviente".
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Pero ¿a qué llamamos “síndrome del sobreviviente”? Se trata de una condición mental que ocurre cuando una persona percibe que ha hecho mal al sobrevivir a un evento traumático cuando otros no lo han logrado. Es uno de los criterios del Trastorno por Estrés Postraumático, de acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V por sus siglas en inglés). Fue referido por primera vez tras la Segunda Guerra Mundial por los psiquiatras Finn Askevold y Leo Eitinger, aunque fueron Robert Lifton y Erick Olson quienes lo describieron, en 1972. Más adelante, en 1993, el consultor y conferencista David Noer investiga sus efectos en el ámbito organizacional.
El empleado que sufre del síndrome del sobreviviente experimenta un fuerte sentimiento de culpa respecto a aquellos compañeros que no fueron tan afortunados como él, a lo cual hay que añadir el estrés, la angustia y la ansiedad que le generan la incertidumbre y la inseguridad acerca de su futuro, ya que constantemente se pregunta si podría ser la próxima víctima.
La tensión asociada al incremento de la carga de trabajo debido a la realización de aquellas tareas anteriormente desempeñadas por otros, complica el cuadro. De esta manera, el empleado acusa irritabilidad, escepticismo y una disminución de la motivación y el compromiso organizacional. En algunos casos se presentan trastornos del sueño y del estado del ánimo. Todo este síndrome tiene consecuencias adversas en la salud física del empleado, en su desempeño y en sus niveles de productividad.
El rol de la gerencia resulta de vital importancia para disminuir los efectos que el síndrome del sobreviviente pueda causar a nivel individual y organizacional, y generar una atmósfera positiva y la percepción de seguridad. En ese sentido, urge reducir el estrés y la desconfianza, actuando con transparencia mediante una política de puertas abiertas y promoviendo la participación de todos. Esto redundará en una mejor cohesión del equipo y en el reforzamiento del compromiso organizacional. Si se gestiona el cambio tomando en cuenta estas acciones, con mucha probabilidad todo volverá a la normalidad.
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