El incierto escenario político que genera la partida de Leonel Fernández del PLD es un momento histórico no visto desde los años ochenta cuando Jacobo Majluta abandonó el PRD para formar su propio partido, el Partido Revolucionario Independiente (PRI). Así como en aquel entonces, Majluta organizó el PRI con el objetivo de canalizar sus ambiciones de ser presidente de la República, “La Fuerza del Pueblo” o “Leonel Fernández Presidente” por sus siglas LFP, es un partido creado con el mismo fin.
Al momento, Fernández tiene que sortear una serie de opciones que están limitadas por obstáculos diversos. En primer lugar, aún sigue en pie el debate jurídico sobre la legalidad de la postulación de Fernández a la presidencia. Por un lado, se argumenta que la ley de partidos y reglamentaciones de la Junta Central Electoral prohíben la presentación de Fernández por segunda vez porque este ya fue precandidato por un partido.
Por otro lado, se argumenta que la legislación citada hace referencia a limitaciones para candidatos. Es decir, que la ley solo prohíbe postularse nuevamente a aquellos que hayan ganado la candidatura en un partido político. Así, Fernández y todos aquellos que hayan perdido la nominación a ser candidatos por sus respectivos partidos, estarían habilitados para correr en otras organizaciones políticas.
Sin embargo, aunque de naturaleza jurídica, este debate está cargado de una connotación política. Los que apoyan el proyecto de Fernández interpretan la norma a manera de conveniencia, argumentando que Fernández puede repostularse, mientras que los que le adversan interpretan lo contrario. Dejando de lado el debate, pienso que no permitir a Fernández canalizar sus aspiraciones podría devenir en una crisis política negativa para nuestra, ya frágil, democracia.
De hecho, poder abandonar las filas del PLD para hacer política en otro partido fue la válvula de escape que evitó que los miembros disgustados dentro de ese partido generaran un estallido político de magnitudes nacionales. Los partidos políticos son los medios a través de los cuales las élites políticas luchan por la administración de la cosa pública (Schumpeter 1942). Prohibir que Fernández pueda canalizar su aspiración contradice el espíritu competitivo de la política partidaria.
Ciertamente, Fernández ya compitió y perdió por la candidatura a la Presidencia a lo interno del partido que otrora presidía. Sin embargo, el proceso, aunque no fraudulento a la manera que plantea el leonelismo, estuvo plagado de fallas que pueden enmendarse para los comicios del año próximo en los que Fernández podría contender.
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Además, la ley y el reglamento de la JCE dejan espacio suficiente para que el espíritu del legislador pueda ser interpretado en formas disimiles.
Si la candidatura de Fernández se rechaza por medios jurídicos, creo que la única alternativa que tendría LFP es la protesta. Pienso que el actuar Fernández evidencia que su proyecto debe ir dirigido por él mismo. A esto hay que sumar el hecho de que la vicepresidenta Margarita Cedeño (la líder peledeísta mejor valorada a nivel nacional) aún esta en las filas del PLD, y vale resaltar que ninguno de los seguidores de Fernández ha expresado interés en la candidatura presidencial. Por tanto, no veo posible que LFP y Fernández apoyen a otra figura que no fuese él.
Por otro lado, aun si la candidatura de Fernández, presentada ya por varios partidos incluyendo al PRSC, sea admitida por la JCE, el líder de La Fuerza del Pueblo camina un laberinto incierto. Primero, no está claro qué porcentaje del electorado pueda concitar a su favor fuera del PLD. Previo a las primarias, La encuesta Gallup-Hoy ubicó al candidato del PRM, Luis Abinader, como líder de la oposición con un 32.7 % y a Fernández con un 8.3 %. Así, ni combinando sus fuerzas, la oposición alcanza el 50 más 1.
Obviamente, el escenario postprimarias ha cambiado y Fernández luce más fortalecido por haber obtenido cerca de un millón de votos en la contienda electoral. No obstante, hay que resaltar la acusación expresada hasta por el mismo Presidente de la República Danilo Medina, quien, indicó que partidarios del PRM votaron por Fernández. Esto, sumado al hecho de que no todos los peledeístas abandonarían su partido para apoyar a Fernández desde la oposición, sugieren que la votación obtenida en las primarias podría ser mucho menor en las elecciones de mayo próximo.
Otro escenario que tiene que ponderar Fernández es la muy posible segunda vuelta. ¿Sería posible una alianza? ¿Con cuál de los partidos? Hasta ahora, el discurso de Abinader ha enfatizado que los gobiernos del PLD, incluyendo los de Fernández, han sido corruptos y negativos para el país. Además, los dimes y diretes entre Fernández y el presidente Medina suponen agravios sobre los que no hay marcha atrás. Por tanto, al menos para mí, una futura alianza con cualquiera de los partidos mayoritarios no es del todo clara.
Tampoco se puede obviar la posibilidad de que el PRM gane la contienda electoral sin el apoyo de Fernández en una primera o segunda vuelta. En tal caso, Fernández podría ser considerado el artífice de la salida del poder del PLD sin obtener los frutos de tal acto. ¿Cómo sería valorado Fernández y sus seguidores por los peledeístas en tal situación? Y más importante aún ¿Qué consecuencias políticas y judiciales supondría la victoria de Luis Abinader para LFP y el PLD?
El laberinto que Fernández camina es bastante peligroso. Primero, si su candidatura se prohíbe por medios jurídicos, el resultado será la protesta. Segundo, una alianza estratégica entre LFP y el PRM es poco probable por la incoherencia que tal alianza supone para el discurso del ultimo partido. Y, tercero, una reconciliación electoral entre LFP y el PLD, aunque daría mayor fuerza de negociación a Fernández, lo harían lucir derrotado frente a la población.
En conclusión, el líder de LFP solo puede resultar victorioso ganando la presidencia en mayo. De lo contrario, es probable que le espere el mismo destino que al minotauro.
Referencias:
Schumpeter, J. (1942). Capitalism Socialism and Democracy. Harper & Brothers
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