Las mordeduras de serpientes causan cada año 400.000 casos de discapacidad y la muerte de entre 81.000 y 138.000 personas en el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que acaba de lanzar una nueva estrategia para reducir a la mitad el número víctimas hasta 2030.
De las 5,4 millones de mordeduras de serpientes que se producen anualmente, 2,7 millones resultan en casos de envenenamiento, particularmente en África, Asia y América Latina.
En Asia, hasta 2 millones de personas son envenenadas por serpientes cada año, mientras que en África se estima que se producen entre 435.000 y 580.000 intoxicaciones por mordeduras.
Las mordeduras de serpientes venenosas pueden provocar parálisis severas en el sistema respiratorio, trastornos de sangrado que deriven en hemorragias mortales, insuficiencia renal irreversible, así como la destrucción local de tejidos que puede dar lugar a discapacidad permanente o a la amputación de extremidades.
Los niños, dada su reducida masa corporal, son quienes sufren los efectos de las mordeduras de forma más rápida y severa.
Caminar a la escuela, trabajar en la agricultura o ir a buscar agua son algunos ejemplos de actividades que exponen a 5.800 millones de personas al riesgo de encontrar una serpiente venenosa.
Sin embargo, la mayoría de muertes y consecuencias graves de una mordedura pueden prevenirse con antídotos de alta calidad, que son el único tratamiento eficaz para controlar o revertir la mayoría de sus efectos.
La nueva estrategia de la OMS, que será presentada en detalle durante la Asamblea Mundial de la Salud que se celebra del 20 al 28 de mayo en Ginebra, se centra en dar un mayor acceso a tratamientos a los países y, en particular, a las comunidades más afectadas.