A los 49 años —una gerente bancaria con una carrera impecable— comenzó a olvidar claves, confundía nombres de clientes habituales y se le dificultaba concentrarse en reuniones. “¿Estaré comenzando con Alzheimer?”, preguntó, temblorosa, en mi consulta. No. Lo que estaba comenzando era su menopausia.
La menopausia no solo marca el fin de la fertilidad. También sacude el equilibrio físico, emocional y, en muchas ocasiones, cognitivo de la mujer. Y ese último aspecto sigue siendo el más ignorado y estigmatizado.
¿Se me está apagando la mente?
Este pensamiento ronda la cabeza de muchas mujeres de mediana edad. Lo llaman "niebla mental". Y no es una metáfora. Es una manifestación real y medible. Se trata de una sensación de lentitud en el pensamiento, dificultades para recordar palabras comunes, lapsos de memoria cotidiana (como olvidar por qué entraste a una habitación), y una notable falta de enfoque.
Estudios longitudinales, como el SWAN Study (Study of Women’s Health Across the Nation), han documentado que más del 60% de las mujeres reportan algún grado de deterioro cognitivo subjetivo durante la transición menopáusica. Y en pruebas objetivas, muchas experimentan disminución en la memoria verbal y en la velocidad de procesamiento mental, incluso sin cambios estructurales cerebrales.
¿Por qué ocurre esto?
La respuesta es hormonal, pero también multifactorial. El estradiol, principal estrógeno ovárico, es una hormona clave no solo para la reproducción, sino también para el cerebro. Influye en el hipocampo (memoria), la corteza prefrontal (toma de decisiones y atención) y regula la plasticidad sináptica.
Con la caída brusca del estrógeno en la perimenopausia, el cerebro también entra en crisis. No es una enfermedad, es una adaptación. Pero no deja de ser difícil.
A esto se suma:
- Síntomas vasomotores (bochornos, sudores nocturnos): interrumpen el sueño y afectan la consolidación de la memoria.
- Trastornos del ánimo: ansiedad, irritabilidad y depresión, todos con fuerte impacto en el funcionamiento mental.
- Sobrecarga vital: el rol de cuidadoras de hijos, padres envejecientes y las exigencias laborales colocan a la mujer de mediana edad al límite del agotamiento cognitivo y emocional.
¿Esto predice demencia?
La pregunta es válida y la preocupación, legítima. Pero la respuesta es tranquilizadora: no. Aunque la menopausia puede generar síntomas cognitivos transitorios, no se ha demostrado que por sí sola cause demencia.
De hecho, investigaciones como las de Pauline Maki y su equipo (White Paper 2022, Sociedad Internacional de Menopausia) concluyen que la mayoría de las mujeres recuperan sus niveles cognitivos previos meses o años después de la menopausia. El problema es el camino: algunas lo transitan sin guía, creyendo que “se están perdiendo a sí mismas”.
La terapia hormonal: ¿ángel o demonio?
La terapia hormonal de la menopausia (THM) ha sido un campo de debate. Pero cuando se indica de forma individualizada y en la ventana terapéutica adecuada (generalmente antes de los 60 años o dentro de los 10 años postmenopausia), puede mejorar la memoria verbal, la fluidez mental y la calidad del sueño.
Eso sí, no es una fórmula mágica ni universal. Y como todo tratamiento, requiere evaluación médica y selección cuidadosa del tipo de hormona, dosis, vía de administración y tiempo de uso.
¿Qué más se puede hacer para cuidar el cerebro en esta etapa?
La salud cognitiva durante la menopausia no depende solo de hormonas. Estas recomendaciones pueden marcar la diferencia:
- Dormir bien es urgente: la higiene del sueño no es un lujo, es una necesidad cerebral.
- Ejercicio regular: el cerebro ama el movimiento. Mejora la oxigenación y estimula la neurogénesis.
- Nutrición para el cerebro: dieta mediterránea, rica en omega-3, antioxidantes, frutas y vegetales.
- Vitaminas D y B12: fundamentales para la función neurológica.
- Terapias de apoyo: mindfulness, psicoterapia, estimulación cognitiva.
- Evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación.
La menopausia no debe ser sinónimo de pérdida
No podemos permitir que las mujeres duden de su inteligencia, su agudeza o su valor por causa de una etapa biológica que puede y debe ser vivida con plenitud. El sistema de salud, los médicos y la sociedad tenemos una deuda pendiente: hablar claro, sin prejuicios ni condescendencia, sobre la salud mental y cognitiva de la mujer menopáusica.
La menopausia no es el ocaso de la mente. Es una transición. Y como todo cambio, merece respeto, información y acompañamiento. Porque cuando entendemos lo que pasa en el cuerpo, dejamos de temerle a lo que pasa en la mente.
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