Estas ideas no son solo mías, sino de la izquierda consecuente de este país y del mundo, de la que ha optado por no quedarse en la superficie al analizar la precipitación del binomio crisis de salud-crisis económica, global y nacional.
Más que esas dos crisis superpuestas, esta es una multicrisis de decadencia progresiva del dominio y la gobernanza del gran capital; una crisis integral de la civilización burguesa empapada de neoliberalismo y portadora del gansterismo de sus élites políticas, empresariales y militares.
Es una crisis de gran envergadura, acumulada durante décadas en la esfera de lo político-institucional, económico-social, las relaciones de género, en lo urbanístico, ambiental, moral… que ha sido detonada y acelerada en grande a escala mundial, regional y nacional por una nueva agresión imperialista en el contexto de una nueva modalidad de guerra global, la tercera en los últimos dos siglos.
- La tercera guerra mundial en marcha
En esta era neoliberal o neo-conservadora del lumpen capitalismo, como mecanismo empleado para su supervivencia, está en marcha una modalidad multifacética de la guerra imperialista.
Esta modalidad en evolución se inició con el manejo perverso y extorsionador de la deuda financiaría, las híper-bombas financieras y las guerras de baja y mediana intensidad; y ahora presenta sus tenebrosas vertientes cibernética, química, biológica, mediática, económica…junto a la decretada “guerra global antiterrorista” a cargo de EU, las agresiones aéreas con drones y los llamados “golpes blandos” de corte neofascistas.
En este momento la vertiente biológica de la guerra tiene el nombre de COVID-19 Made in USA, un virus de laboratorio, que con cierta lógica maltusiana e intensidad limitada, curiosamente ataca pulmones envejecidos y población con salud diezmada; provocando lo que el neoliberalismo etiquetó como “población sobrante o superflua”, fomentando un caos inicialmente controlado, que acompañado de depresión económica procura reordenar la economía en general desde los carteles de la economía de guerra, ahora más diversificados.
Así la tercera guerra mundial se ha tornado muy volátil y muy propensa a descontroles, peligrosos hasta para sus desesperados propulsores.
La agresión a una ciudad China con el nuevo coronavirus, que en opinión de científicos rusos en la materia tiene un componente de un 25% del terrible SARS, por su velocidad exponencial de infección de ese virus y por la inter-conexiones del mundo actual, se ha convertido en una agresión a humanidad de imprevisibles consecuencias en cuanto a tiempo y a impacto destructivo más allá de los ya visibles.
A esa agresión -como a otras anteriores- podría sucederle nuevas versiones, tan o más peligrosas, de ese tipo de guerra; ya por lo que implica las acciones desesperadas de un sistema imperial en decadencia, ya por la gravitación del negocio sin escrúpulos en la manipulación de las investigaciones científicas, o por el afán desmedido de dañar contrincantes en la pelea por la hegemonía mundial.
- Camino a la insurgencia global
En el marco de los efectos aceleradores de esta crisis de salud y sus consecuencias económicas, sobresale el desbordamiento de sus precarias posibilidades, el avance de la crisis terminal de los sistemas de salud privatizados y semi-privatizados y el deterioro de otras vertientes de las políticas públicas y programas sociales afectados por las restructuraciones neoliberales del capitalismo y el consabido “todo se vale” para enriquecer al vapor a la clase dominante-gobernante y a los grupos e individuos asociados a ella.
Así las cosas, todo apunta hacia la insurgencia global de los pueblos, mientras la atmósfera continental luce cargada de hermosos levantamientos populares, especialmente juveniles.
Aquí estamos viviendo y sufriendo ese fenómeno con cara de tragedia social y humana, en un terreno fértil para su expansión, abonado por los jefes y dueños del gran capital privado y de la partidocracia saqueadora, que hoy llaman a la “unidad nacional” para ocultar sus imperdonables culpas; al tiempo que cargan sobre el pueblo empobrecido el peso brutal del agravamiento de la crisis integral y hacen clientelismo políticos-electoral con el dolor social y las abrumantes necesidades de los/as excluidos del poder y la fortuna.
Son válidas, por tanto, todas las exigencias inmediatas para contrarrestar esos designios, y las estamos formulando con precisión.
Pero a la vez es necesario – como ha propuesto la izquierda insumisa- “ir más allá de lo estrictamente coyuntural para debatir colectivamente la manera de superar las bases estructurales de esta crisis de decadencia del sistema político y del modelo neoliberal impuesto durante las últimas cuatro décadas; ambos sustentados en un capitalismo gansterizado, crónicamente deshumanizado”.
Y no confiemos en los dominadores porque ellos, hasta no ser derrotados, seguirán clavándonos sus garras y chupándonos la sangre. Lo único definitivamente válido es auto-organizarnos, auto-defendernos, auto-protegernos y auto-educarnos para voltear la tortilla: ¡abajo lo de arriba y arriba lo de abajo!
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