La Ciudad Colonial está siendo asaltada por una claque entronizada en el Ministerio de Turismo y el Palacio Nacional junto con el Grupo Vicini, favorecido anticipadamente con la jugosa concesión San Souci, Marina, riveras del Ozama y parte del malecón… a precio de vaca muerta: 38 millones de dólares pagaderos con las áreas verdes y vías del proyecto desarrollista.
La voracidad inmobiliaria de estos y otros magnates está en plena fase expansionista, privilegiando la instalación de una cadena de lujosos hoteles-boutiques.
La remodelación de la ciudad ha sido diseñada para expulsar su población y pequeños negocios tradicionales; para convertirla en vitrina turística, zonas rosas, áreas de bares y restaurantes y redes de tráfico sexual; soterrando su valor histórico y prostituyendo su condición de patrimonio cultural de la humanidad.
La forma caótica y lenta de ese proceso, las dificultades creadas para habitarla, la corrupción que le acompaña y la presión desatada sobre la pequeña parte remodelada, han sido fríamente calculadas para facilitar ese asalto.
El pueblo sencillo es despreciado por los ideólogos de ese gran negocio, por lo que han agravado dificultades de circulación, parqueo, limpieza, intranquilidad nocturna; extendiendo los tiempo de reconstrucciones y programando su apropiación.
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Cero rendiciones de cuentas. La primera etapa correspondía a la mitad de la ciudad amurallada y la segunda a la otra mitad. Remodelaron lentamente solo dos vías paralelas y las calles que las cruzan, una parte pequeña del total y ya anuncian la segunda etapa, sin explicar el uso de 30 millones de dólares asignados. El silencio del Ministro y la Arquitecta Marisela Villalona, encargada de la obra, resulta muy elocuente.
El turno actual de la continuación de la afrenta corresponde al caso del emblemático Hospital Padre Billini.
Por encima de su condición de hospital docente, único de la Ciudad Colonial y barrios aledaños, dotado deservicios de diálisis gratuito con alcance nacional, ha sido cerrado de sopetón para clausularlo definitivamente; sin probar técnicamente el alegato del colapso inminente de esa edificación.
El secretismo impera, mientras sigue despóticamente intervenido por la mafia de OISOE, que se resiste a ofrecer pruebas de la supuesta evaluación profesional que sustenta su determinación.
A la Facultad de Ingeniera de la UASD se le negó intervenir para verificar.
A la Unión de Junta de Vecinos le bloquean su petición de transparencia y su derecho a comprobar.
Se dice que los magnates del turismo colonial consideran incompatible un hospital para pobres con sus zonas rosas y hostales de lujo, y de buena fuente se afirma que pretenden apropiarse del área para otros fines, por lo que sobran razones para sospechar que ahí hay gato entre macuto.
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