Los denunciantes del influyente sacerdote chileno Fernando Karadima por abusos sexuales tildaron ayer miércoles en Santiago de "banda de delincuentes" a los obispos del país austral, algunos imputados por presunta comisión de encubrimiento en los cientos de casos que tienen en jaque a la Iglesia Católica de Chile.
"Lo que nosotros tenemos en Chile es una verdadera banda de obispos delincuentes. Esta Conferencia Episcopal y estos cardenales son una banda de delincuentes", indicó el periodista Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima.
Cruz, junto a José Andrés Murillo y James Hamilton -quien no pudo acudir al encuentro de este miércoles- compartieron con la prensa extranjera acreditada en el país, sus impresiones un año después de que espolearan los acontecimientos que por décadas ocurrían en el seno clerical.
Cruz se refirió sobre todo a los principales representantes de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), el presidente Santiago Silva, secretario general de la institución canónica en Chile, el obispo Fernando Ramos; el arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati, imputados o investigados por la Fiscalía Nacional por encubrimiento.
"Imagínate el ramillete que puede ofrecer Chile de flores marchitas y miserables que tenemos. Ezzati imputado, (el arzobispo emérito capitalino, (Javier) Errázuriz lo van imputar luego, Silva, que es el presidente, imputado, y la lista continúa", comentó Cruz.
En ese sentido, señaló que ninguno de ellos "aprende nada" en medio de la peor crisis que ha vivido la Iglesia chilena tras destaparse los numerosos casos de abusos en todo el país.
"Son unos soberbios y elitistas que creen que viven en un mundo en el que los seres humanos como nosotros no vivimos. Es una verdadera vergüenza los obispos que tenemos y eso es el sufrimiento del papa", afirmó el denunciante.
Según dijeron a Efe fuentes de la Fiscalía, hasta el pasado 5 de noviembre había abiertas 139 investigaciones que implican a 190 personas relacionadas con la Iglesia católica y a 245 víctimas.
Un ejemplo de esta situación, dijo Cruz, es que será Ramos quien represente a la CECh en Roma el próximo febrero durante la reunión de presidentes de conferencias episcopales, ya que Silva está imputado.
Ambos denunciantes también hablaron del papel que jugaron al comienzo con sus denuncias y destacaron la reunión que los tres tuvieron junto al papa Francisco cuando fueron invitados a su residencia.
"Para mí ha sido tremendamente sanador la relación que nosotros hemos podido establecer con el papa, porque desde que nosotros hace un año éramos los que calumniábamos, después decidimos que íbamos a ir a escuchar lo que nos tiene que decir y pasamos una semana viviendo con él en Santa Marta en su casa y conversando horas", explicó Cruz.
"Esto ha sido una batalla, no contra la Iglesia, sino una batalla contra el abuso, cultural en contra de la cultura del abuso y, probablemente, no vaya acabar nunca porque pareciera que la estructura del ser humano es la estructura del abuso", agregó Murillo.
Ambos coincidieron en que se sienten "orgullosos" de "allanar el camino" para que muchas otras víctimas de abusos en Chile denunciaran.
"Esto es una cosa de la que nos sentimos orgullosos, de allanarle el camino a personas que no pueden, que tienen una muralla espantosa. si nosotros podemos luchar los tres juntos, es porque en los tres está la fortaleza", señaló Cruz.
"Si nosotros podemos allanarle el camino a otras personas, yo creo que eso vale la pena infinitas veces. Y los hacemos con alegría, aunque uno se emocione, porque uno ha visto el sufrimiento que viven otras personas y esa injusticia no se puede tolerar", explicó emocionado.
Hasta la fecha, el papa Francisco ha aceptado las renuncias de siete obispos, después de que 34 miembros de la CECh chilena le ofrecieran sus cargos tras ser citados al Vaticano y reconocer ante el pontífice que habían cometido "graves errores y omisiones".
Además, el pontífice ha expulsado del servicio clerical a dos exobispos y dos sacerdotes, entre ellos al influyente sacerdote Fernando Karadima Fariña, condenado en 2011 por la Justicia canónica a una vida de reclusión y penitencia por violaciones y abusos sexuales a menores en Chile.