Por Javier Herrero
"…Baby One More Time", mucho más que un álbum de pop adolescente de cuyo lanzamiento se cumplen mañana 20 años, supuso no solo el inicio de la carrera discográfica de Britney Spears, sino que reformuló el género con una pauta tan singular que, junto con el "grunge" y el "trip hop", marcó musicalmente su década.
Fundamental para ello fue la aportación tras los controles de Max Martin, entonces un joven productor y compositor sueco que se forjó en el "glam-metal", pero que terminó mostrando un talento inusitado para las melodías de pop bailable, ámbito en el que su país ha mostrado una especie de aptitud natural desde los tiempos de ABBA.
Apadrinado por Denniz Pop, al primer álbum de Spears llegó después de trabajar para sus compatriotas de Ace of Base (en el disco "The Bridge", 1995) y, sobre todo, en los dos primeros álbumes de Backstreet Boys, su debut homónimo de 1996 (un éxito en Europa antes que en EE. UU. del que terminaron vendiéndose 8 millones de unidades) y de "Millenium" (1999).
De su puño y letra y de su mentalidad como productor surgieron éxitos comerciales de la época como "Everybody (Backstreet’s Back)" o "I Want It That Way", también "…Baby One More Time", el tema titular del disco de marras, que descartaron previamente tanto BSB como el trío de r&b TLC.
"No va a haber otra Madonna", le espetaban paralelamente a una jovencísima Spears cuando a sus 16 años, tras pasar siete como estrella infantil de The Mickey Mouse Club, llamaba a las puertas de las discográficas unos meses antes.
Así fue hasta que un ejecutivo de Jive Records tuvo el ojo de ficharla y reunirla con Max Martin, un productor necesariamente extranjero para una adolescente con todo por probar, en un momento en el que el pop y la industria que lo manufacturaba había perdido el contacto con sus potenciales oyentes más jóvenes, especialmente con ellas.
El genio sueco terminó ofreciéndole "…Baby One More Time", que lanzada como sencillo el 23 de octubre de 1998 se convirtió en una de las más vendidas de toda la historia, merced a sus 10 millones de unidades despachadas.
Como curiosidad, cabe señalar que los puntos suspensivos fueron una manera de atenuar el énfasis en el verbo "hit" por su significado (literalmente, "golpear"), aunque el uso de esta palabra, que tiene muchas otras acepciones (entre ellas, alguna sexual y, la más probable, la de telefonear), fuera un error de traducción de Martin.
La connotación sadomasoquista del estribillo (buscada o no) unida a un videoclip icónico para el que la propia protagonista decidió presentarse como una Lolita uniformada de instituto, con trenzas, el estómago al aire y cantando sobre un tema sentimental de sencilla identificación para adolescentes (y adultos), ayudaron a propulsar la canción.
Manufacturada desde los controles del estudio Cheiron de Estocolmo, destacaba por la cantidad de ganchos ("hooks", en inglés), esto es, frases melódicas y arreglos que atrapan la atención del público, como los célebres "oh Bay-bay bay-bay" o los "mow-wowww", presentes ya en la maqueta grabada con la voz del propio Martin.
Parte de su modernidad radicaba además en su toque más urbano y r&b, atribuida al otro coproductor sueco de "…Baby One More Time", Rami Yacoub, quien además fomentó en aquella época la nasalidad de sus intérpretes, una cualidad natural de Spears.
Aquella triunfante asociación no habría ido más allá si no hubiese habido otras canciones que respaldasen el resto del álbum, un compendio de baladas hiperedulcoradas de sello estadounidense (lo peor del mismo) y más temas rítmicos de base sueca, a destacar "(You Drive Me) Crazy" o "Born to Make You Happy".
Editado en formato de vinilo por primera vez en las últimas semanas, la edición original del disco "…Baby One More Time" despachó más de 25 millones de copias en todo el mundo, lo que lo convierte en uno de los más vendidos de la historia, más preciado si cabe ahora que la apodada "princesa del pop" ha anunciado su retiro temporal de la música para cuidar de su padre.