Una cosa es que en la era digital, pese a la dictadura de los “mass-media”, se puedan conocer y denunciar globalmente pugnas delictivas y fechorías a cargo de grandes capitalista y altos funcionarios de los Estados, incluidos presidentes y jefes de organismos multilaterales, y otra decir que esas fuerzas dominantes están interesadas en la transparencia y honestidad de sus transacciones, porque ya no tienen competidores tipo URSS.
El capitalismo siempre se ha basado en el robo de una gran parte del producto de la fuerza de trabajo manual e intelectual de la humanidad, en usura, extorsión y despojo. Pero nunca antes –salvo en periodos bestiales de la acumulación originaria- ha exhibido tan altos niveles de gansterización, depredación, especulación y violencia, junto a su intensa tendencia a violar las leyes de sus Estados.
En todas partes se cocinan porquerías: en los llamados “países civilizados” y “desarrollados”, y en su periferia colonizada y recolonizada. Varían técnicas, modalidades y métodos de gansterización; marcando diferencias que no van allá de las existentes entre corrupción “civilizada” y “salvaje”.
Nefasto impacto del neoliberalismo
Eso ha sido consecuencia directa del auge de la estrategia neoliberal, que ha lanzado todo al mercado y auspiciado la privatización de una gran parte de la vida en sociedad: producción, distribución, servicios, recreación, investigación, salud, educación, deportes, política, sexualidad…
Todo es negocio y todo se vale para híper-lucrarse, y mientras más popular o masiva es la dimensión del tema, mayor la angurria capitalista y la voracidad de sus funcionarios públicos y privados para explotarla a nivel de estafa.
Muestras muy sensibles de esa degradación se acumulan en las ARS y AFPs privadas, los partidos políticos privatizados y los negocios relacionados con salud, educación, diversión, deportes y tráfico sexual… muchos permeados por el narco-lavado, fondos de corrupción y tráficos de influencia.
Esto explica la permanencia por 20 años de Leonardo Matos Berrido (trujillista, auspiciador de bandas criminales, corrupto, femenicida…) en la Presidencia de la Liga Dominicana de Beisbol y el reciente intento de rendirle honores bautizando con su nombre el campeonato del deporte más popular.
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Explica también lo que pasó en la Villa Olímpica y pasa en el Séptimo Cielo.
Esto se conecta con la presencia determinante de personeros del capital tipo José Miguel Bonetti Dubreil (caso Antena Latina), Díaz Rúa y otros menos sonoros, en el staff principal de esa entidad privada, subvencionada por el Estado.
Pero vale ir más allá y examinar lo que acontece a nivel nacional e internacional con grandes negocios deportivos y federaciones profesionales y amateurs, para afirmar sin vacilaciones que la actual organización capitalista-imperialista lo corrompe todo.
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