Por María Muñoz
Con poco más de treinta años, el neoyorquino Tommy Hilfiger creó su propia línea de ropa en 1985, edificando uno de los grandes imperios de la moda estadounidense. Este 24 de marzo, el diseñador se adentra en los 70 años, y lo hace manteniendo su podio como uno de los diseñadores consolidados en el panorama de la moda.
“Adivine cuáles son los cuatro grandes diseñadores estadounidenses: Ralph Lauren, Perry Ellis, Calvin Klein y Tommy Hilfiger”, rezaba una valla publicitaria situada en la neoyorquina plaza de Times Square, a mitad de la década de los ochenta. Entre los cuatro nombres, uno era completamente desconocido; el de Tommy Hilfiger, que por aquel entonces comenzaba una andadura en su propia firma de ropa, con la que años después cumpliría este pronóstico.
Descendiente de una familia irlandesa, Thomas Jacob Hilfiger (Nueva York, 1951) tuvo claro que se dedicaría al mundo de la moda. Su camino en esta industria comenzó siendo aún adolescente, cuando empezó a trabajar como distribuidor de ropa hippie, para posteriormente hacerlo en la firma Jordache, donde permanecería hasta aproximarse el lanzamiento de su propia línea homónima en 1985, tras rechazar una oferta de trabajo en Calvin Klein.
Con el blanco, el rojo y el azul como colores corporativos de la firma, su icónica bandera como imagotipo y prendas de aire casual en la línea del estilo deportivo norteamericano, Hilfiger edificó un imperio de moda que sigue vigente a día de hoy. Ahora, en su emporio tienen hueco perfumes, líneas infantiles y todo tipo de accesorios, además de contar con embajadores de rostros tan diversos como Beyoncé, Gigi Hadid, Lewis Hamilton, Rafa Nadal o los sobrinos de George Bush, Lauren y George P. Bush.
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El estadounidense ha reconocido varias veces la importancia de la publicidad en el auge de las marcas, una de las herramientas que ayudó a la firma a saltar al imaginario común cuando era aún desconocida. Sus estrategias, han ido desde patrocinar las giras de Lenny Kravitz a realizar colaboraciones inspiradas en al arte, o apuntarse a la tendencia de vender las colecciones de forma simultánea al presentarlas en plataformas como Instagram.
Con una estética que camina entre el corte clásico y el deportivo, clave para llegar a un público muy amplio y diverso, al diseñador y sus creaciones se los asocia con la Gran Manzana neoyorquina, y es que, además de compartir colores corporativos con la bandera americana, esta fusión de estilos se convirtió en identificativa de la moda casual estadounidense, de la que fue uno de los máximos exponentes, además de los diseñadores más virales durante la década de los noventa.
Desde esa época en la que se convirtió en precursor de lo que hoy se conoce como estilo casual han pasado treinta años, y el diseñador, para quien la moda siempre ha sido sinónimo de diversión, sigue evolucionando. Ahora, se suma a los retos digitales que marcan las nuevas vías de expresión de la industria, y prueba de ello son algunas de sus declaraciones, en las que explicaba que “los desfiles de moda están anticuados”.
Con el foco puesto en la generación “millennial” y con el espíritu transgresor que le caracteriza, algunas de las propuestas del diseñador estadounidense las han lucido famosos como la modelo, actriz y activista Zendaya, poseedora de más de 89 millones de seguidores en Instagram e icono de esta generación, con la que encuentra el vínculo a través de esta red social.
Recientemente ha presentado la colección “Jeans Redesign”, en la que se suma al cometido de realizar moda sostenible de uso circular. A través de prendas reciclables y en colaboración con la fundación Ellen MacArthur, Hilfiger apoya la moda ética y las formas de producción que minimicen la generación de residuos, principios que recogen algunos de los quince objetivos que presenta en su proyecto “Make it possible”.
Además de los procesos sostenibles que la firma ya implementa, la plataforma online “Tommy for Life” está dedicada exclusivamente a información de la marca ligada a la sostenibilidad, una de las últimas iniciativas de la firma siguiendo el espíritu de cambio de su creador que llega a los setenta años sin miedo a evolucionar.