La democracia representativa es definida por el profesor de Ciencias Políticas, Samuel Krislov, como “una forma de representación que captura la mayoría o todos los aspectos de la población de una sociedad en su cuerpo de gobierno”.
No puede existir un gobierno representativo sin una democracia representativa, pues al momento de elegir a las personas que estarán creando políticas públicas, se debe procurar que el pueblo se sienta identificado con quienes le representan dentro de las burocracias de la administración pública.
Los profesores Norma Riccuzy y Gregg Van Ryzin argumentan que la burocracia representativa promueve la diversidad dentro de las organizaciones públicas y la equidad a través de la nación, hace que surja más confianza de parte de los ciudadanos hacia los gobiernos, promueve también la coproducción de resultados importantes e incentiva la responsabilidad burocrática, es decir, ayuda a que los líderes y jefes sean hechos responsables por sus acciones.
Una burocracia representativa aporta beneficios en cuanto a la diversidad de estrategias y de políticas a disposición del Estado, esta variedad de tácticas es de extrema importancia en países en vías de desarrollo que llevan décadas estancados en los mismos desafíos, como lo son el problema de la energía eléctrica y el tráfico vehicular en República Dominicana.
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Existen varios factores que hacen peligrar una adecuada representación del pueblo dentro de la administración pública, uno de ellos es el peligro que existe con los gobernantes y funcionarios públicos de que se desconecten de la realidad de su pueblo y dejen de ser óptimos representantes del interés público.
Otro factor que presenta un encallo para un gobierno representativo es la colocación de personas en puestos administrativos que se hace no en base a sus méritos, experiencia o preparación académica, sino por deudas políticas, nepotismo, o por cumplir una cuota; esto crea el salto de ministros entre ministerios.
No tiene sentido que quien hoy es responsable de crear y aprobar políticas públicas para la salud, mañana lo sea de educación y pasado mañana de turismo, esto podría dar a pensar que no se están asignando puestos en base a currículo, sino en base a cuál compañero del partido hay que mantener con un cargo en el Gobierno.
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Viene a bien mencionar el ejemplo de Betsy DeVos, a finales del año 2016 hubo protestas en contra de su nombramiento como secretaria de Educación de Estados Unidos, pues al tratarse de una empresaria millonaria sin preparación en gobernanza ni experiencia en el sector de la educación pública, muchos sintieron que había sido designada en base a su relación de amistad con el presidente Donald Trump, y temían que ella velara los intereses del empresariado, no los de los estudiantes.
El caso anterior nos enseña que otra manera de asegurar un gobierno representativo es que las personas designadas como cabezas de las organizaciones públicas, ya sean ministros o directores, entiendan al menos a un nivel intermedio de los asuntos con los que están tratando y se rodeen de técnicos expertos en el área pertinente para que les aconsejen.
Es así como se logrará que exista diversidad de representación dentro de las instituciones públicas, introduciendo personal especializado en el área de cada organismo, asegurando dinamismo al momento de crear las políticas públicas necesarias con miras a resolver los problemas y mejorar la calidad de vida de la población.
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