Las protestas se sucedieron ayer viernes en Haití en contra de una posible intervención, después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara por unanimidad una resolución que impone sanciones y el embargo de armas a las bandas.
Con carteles con lemas como "Abajo la ONU" o "Abajo la ocupación extranjera", cientos de haitianos recorrieron las calles de Puerto Príncipe, entre neumáticos ardiendo y gritos en contra de una eventual intervención.
Si en días pasados los manifestantes lanzaban mensajes en contra de Estados Unidos y a favor de Rusia, hoy la ira se dirigió en especial contra Naciones Unidas.
"Abajo la BINUH, abajo la ONU, abajo el Grupo Core", se podía leer en pancartas con lemas escritos a mano, en alusión a la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití (BINUH, en sus siglas en inglés) y al grupo formado por embajadores de varios países y representantes de la ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA) inicialmente establecido como un ente facilitador de la labor de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah, 2004-2017).
Los manifestantes, enfurecidos, afirmaban que "los blancos no deben tocar la tierra de Dessalines", el padre de la patria, en referencia a una eventual intervención extranjera.
Estas marchas tuvieron lugar poco después de que, pese a las reservas iniciales de Rusia y China, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara por unanimidad una resolución redactada por Estados Unidos y México sobre la imposición de sanciones y el embargo de armas a las bandas que mantienen bloqueado Haití.
El texto establece también la prohibición de viajar fuera del país a los líderes de esos grupos y la congelación de sus bienes bancarios.
El 7 de octubre, el Gobierno haitiano pidió el apoyo de una fuerza armada internacional para desbloquear las principales carreteras y puertos y garantizar el libre movimiento de agua, combustible y material médico y, dos días después, el secretario general de la ONU, António Guterres, propuso el envío de una "fuerza de acción rápida" compuesta por militares de uno o varios países para ayudar al Ejecutivo haitiano a recuperar el control de Puerto Príncipe de las bandas y desbloquear los suministros.
Esas bandas, que controlan grandes zonas del país incluidas importantes infraestructuras y vías de comunicación, mantienen bloqueada la principal terminal petrolera en Puerto Príncipe, por lo que la actividad de instituciones, bancos y hospitales está paralizada, así como la producción y distribución de agua potable.
Ello se produce precisamente cuando el cólera ha reaparecido en Haití y en medio de una aguda crisis sociopolítica y económica que vive el país más pobre de América.