Quisiera empezar esta nueva colaboración con Z Digital, de la misma manera que inicio con las promesas de la moda que llegan por primera vez a mi aula, dándoles la bienvenida este maravilloso mundo creativo y desmontando cada uno de los mitos que existen alrededor de él.
Primero que todo, les pongo en claro de que aquí en República Dominicana no se hace moda. Y antes de que me crucifiquen, repaso la definición que propone la RAE: “Moda: gusto colectivo y cambiante en lo relativo a prendas de vestir y complementos”.
Después de analizar cuidadosamente esta definición, los llevo hasta la conclusión de que lo que hacemos como diseñadores no es moda, es algo mucho mejor. Somos traductores del gusto colectivo y nuestro canal es la indumentaria y tenemos el permiso creativo para construir y deconstruir cualquier lenguaje a nuestra manera.
Luego les pregunto qué clase de diseñadores quieren ser, y después de escuchar el eco les arrojo un cubetazo: aquí en RD no se hace alta costura. Antes de que alguien encienda la antorcha, aclaro que la alta costura tiene lineamientos específicos, iniciando con el hecho de que solo se hace en París y hay que pertenecer a la Cámara Sindical de la Alta Costura Parisina.
Según el criterio de algunos estudiosos, aquí se hace diseño de autoría. Siguiendo las teorías de Susana Saulquin y Grünfeld M., este término que nace en Argentina, aplica en República Dominicana y en cualquier otro país que no sea Francia. El diseño de autor es el renglón que más se acerca a la alta costura, mucho más adaptable a los mercados actuales pero igual de exigente a nivel creativo.
Lo que sigue es preguntarles cuáles diseñadores les vienen a la mente. Con orgullo caigo en la cuenta de que Coco Chanel, Oscar De la Renta y Leonel Lirio tienen una competencia muy reñida en el subconsciente del dominicano. Los siguientes 45 minutos les presento unas cuantas caras de la moda internacional y por supuesto local.
Finalizo mi clase, de casi dos horas, hablándoles de una leyenda urbana: la imaginaria industria de la moda local, que algunos juran que existe, pero nunca nadie la ha visto.
Antes de que alguien le ponga precio a mi cabeza, les explico cuáles son las condiciones para que exista y que su aporte al PIB local es mínimo -apenas un 0.9 %, según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) del 2013 y ni se considera en las estadísticas del 2017-… Concluyo mi discurso con una frase alentadora: “Por eso es importante que estudien, porque son ustedes los que van a construir esa industria”.
Aclarados todos estos puntos, los preparo para una carrera con pocas sorpresas, bajo la premisa de que hay vida después de la cintura apretada y los vestidos de princesa. Lo mismo que acabo de hacer con ustedes los lectores de Z Digital, predisponerlos para lo que encontrarán en esta columna cada semana: una puerta hacia el apasionante y muchas veces incomprendido mundo de la moda, más allá de las guías de compra y los consejos de estilo.