Alcanzar la presidencia de cualquier nación democrática es un logro transcendental. Pocas cosas en la hoja de vida de una persona pueden superar ser reconocido como primer mandatario de su país. Esto sin mencionar todos los beneficios propios del cargo, tales como: protección al más alto nivel, acceso a información privilegiada, poder de toma de decisión, etc. Por tanto, debe ser difícil para una persona que ha alcanzado la cúspide de su carrera profesional, tener que abandonar el puesto y encontrar propósito en una vida fuera del poder.
Sin embargo, muchos son los líderes de estado que por su relativa juventud tienen que encontrar nuevas metas cuando ya, de motu proprio u obligados por las instituciones o las circunstancias tienen que seguir sus vidas después de ser presidentes. Pienso que las experiencias de estos exmandatarios pueden servir de ejemplo a los líderes políticos dominicanos que no parecen concebir una vida sin el cargo. En especial, espero que estas experiencias toquen al presidente Medina, quien aún no decide si seguir el camino institucional y respetar la Constitución.
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Las opciones disponibles para los presidentes después de terminar sus respectivos mandatos son casi ilimitadas. Algunos cuentan con negocios familiares como George Bush y Juan Carlos Varela Rodríguez, otros pueden trabajar en el sector privado como George Washington y José María Aznar, también pueden continuar una carrera en el aparato público como Raúl Alfonsín y Álvaro Uribe o iniciarse como oradores, escritores y activistas dedicados a combatir problemáticas globales como Corazon Aquino y Mary Robinson.
En todo caso, ser expresidente no inhabilita a la persona a continuar una carrera significativa en el sector público o privado.
Por ejemplo, un expresidente que ha transformado la forma de ver la vida después del poder es Jimmy Carter. Con 56 años y tan solo un periodo presidencial, Carter fue derrotado por Ronald Reagan en 1980. A pesar de haber sido un presidente poco popular y de que sus negocios se vieron afectados grandemente durante su mandato, Carter fue capaz de usar sus habilidades y experiencia de estado para seguir sirviendo a la humanidad. Así, junto a su esposa, Carter funda el Centro Carter en 1982 con el objetivo de encontrar soluciones amigables a conflictos internacionales, promover la democracia, los derechos humanos y el desarrollo económico y social. De hecho, Carter fue galardonado con un premio Nobel de la Paz en el 2002 por su labor en el Centro.
Otro caso es el del expresidente de mejicano Ernesto Zedillo, quien tras terminar su mandato en el año 2000 se desempeñó como consultor económico en muchas empresas y organizaciones internacionales. En la actualidad, es profesor de política y economía internacional y de estudios medioambientales en la Universidad Yale. Allí, también está a cargo del Centro Yale para el Estudio de la Globalización. Y, además de servir en el consejo de directores de importantes ONG, también ha publicado varios libros en las áreas de economía, política y medioambiente. En fin, Zedillo ha encontrado una vida gratificante después de salir de la presidencia haciendo uso de su educación y experiencia de estado.
Como dijo el gran psicólogo Erik Erikson: “Las vidas más completas logran un balance interno entre tres cosas: trabajo útil, amor y recreación.” Tanto Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina tienen amor por parte de sus familias y amistades, tienen salud y recursos para dedicarse a cualquier pasatiempo y, sobre todo, ser expresidente les sirve de plataforma para iniciar trabajos importantes en áreas donde sus talentos y experiencias sean de ayuda.
Por ejemplo, Leonel Fernández tuvo la oportunidad de forjar la practica de que los expresidentes dominicanos persigan una vida útil fuera de la búsqueda de la presidencia de la República. Con la Fundación Global, la presidencia del PLD, su cargo como Diputado al Parlamento Centroamericano, sus escritos, su experiencia docente y su entendimiento en relaciones internacionales, Fernández pudo (y aun puede) desarrollar trabajos de impacto internacional. Lamentablemente, el expresidente eligió dejar de lado esta oportunidad cuando reformó la constitución en el 2010 para rehabilitarse y buscar la candidatura en el 2016 y nuevamente en el 2020.
De todas formas, el presidente Medina no está atado a repetir los errores del pasado. A pesar de que ya reformó la constitución para perpetuarse en el cargo en el 2015, en sus manos tiene nuevamente el chance de restaurar la confianza en las instituciones y empezar una cultura de relevo de el liderazgo. Por eso, nuevamente exhorto al presidente Medina a ser como Cincinnatus, a encontrar propósito en su vida más allá del puesto de presidente. Credenciales, experiencia y recomendaciones no le harán falta para seguir al servicio del pueblo dominicano en un rol diferente.
Referencias
Alfonsín, R. (2009). Memoria política. Transición a la democracia y derechos humanos. Fondo de Cultura Económica
Erikson, E. H. (1994Identity and the Life Cycle. W. W. Norton & Company
Kathryn, M. (2018). The American President: A Complete History. Sterling; Second Edition
Reid, R. H. (1995). Corazon Aquino and the Brushfire Revolution. Louisiana State University Press; First Edition
Robinson, M. (2014). Everybody Matters: My Life Giving Voice. Bloomsbury, Walker Books
Uribe, A. (2014). No hay causa perdida. Celebra
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