¿Por qué las películas basadas en videojuegos usualmente son malas? Es una pregunta que se han hecho todos los fanáticos de los videojuegos desde los años 90 sin tener una respuesta concreta. Si bien es cierto que algunas de estas películas han hecho bastante dinero, y hasta existen algunas decentes, pero el consenso es que en general son penosamente malas.
A diferencia de los cómics, los videojuegos no han podido hacer el traspaso a la gran pantalla, generar cientos de millones y mantener feliz a fanáticos de ambos géneros. Aun así, Hollywood ha puesto su mira en los videojuegos y está a punto de bombardear el mundo como lo hizo en los cincuenta con las películas de vaquero, en los setenta y ochenta con la ciencia ficción, en los noventa con la acción, principio de los 2000 con los superhéroes, y ahora: la era de los videojuegos.
Se estima que actualmente hay más de 40 películas basadas en videojuegos en desarrollo en estos momentos. Esto es sin contar que Sony acaba de anunciar que hará el Universo Cinemático de Playstation, que será básicamente una versión basada en videojuegos del MCU (Marvel Cinematic Universe) pero contando con todos los personajes y franquicias que Sony tiene a disposición (siendo más de 100 títulos originales, entre ellos The Last of us, Bloodborne y Uncharted).
Cuando Hollywood ve algún nicho que pueda generar dinero, nunca pierde tiempo en atacar, y sobre todo cuando se trata de franquicias establecidas con la cual se asume un éxito pregarantizado; técnicamente, una película basada en un videojuego como Metal Gear Solid o Half Life debería resultar en una buena y exitosa película, ya que son juegos increíblemente adictivos, cuentan con una gran fanaticada internacional, y han sido reconocidos por sus historias y personajes espectaculares. Todos estos ingredientes deberían resultar en una franquicia de entretenimiento generadora de millones al atacar un público mayor.
Entonces, ¿por que no funcionan?
El problema está en que Hollywood solo ve el resultado de estos videojuegos, pero no se pregunta el porqué funcionan. Los videojuegos son divertidos por que les brindan a sus jugadores una salida del mundo cotidiano. Nos permiten escapar a mundos de fantasía donde no existen límites; podemos explorar nuevas galaxias, matar dragones, salvar el mundo como un super soldado, desafiar las leyes de la física y la naturaleza o simplemente ser un granjero encargado de cosechar fresas. Todo esto puede traducirse perfectamente a la pantalla grande, pero no sin dejar quizás lo más importante del mundo de los videojuegos, el control.
Los límites lineares son una parte intrínseca de las películas, ya que son la visión artística de su director; el es quien diseña la obra para hacernos sentir lo que él quiera transmitir. Lo divertido y lo que ha hecho grande a los videojuegos es que permite al jugador tener el absoluto control de lo que sucede. En los juegos, a diferencia de las películas, nosotros somos quienes empujamos la acción en la historia, nuestras decisiones tienen repercusiones en la historia de manera directa e indirecta, pero aún más importante estamos siendo el protagonista en vez de acompañar a uno en su aventura.
Aunque algunas de estas historias resultan frescas y entretenidas, nunca se comparara la experiencia de explorar ruinas antiguas en contra de todas las adversidades, a ver a Angelina Jolie hacerlo por ti (Tomb Raider). Lo divertido de los videojuegos y parte íntegra de su naturaleza siempre será el control y las opciones que puede tomar su usuario, lo cual es totalmente contrario en la literatura y el cine, donde se requiere control total de su autor para ser grandes.
Todo esto no evitará a Hollywood en seguir produciendo estas películas hasta que logren el éxito comercial que persiguen, si es que no lo empezaron ya con El Detective Pikachu. Lo cierto es que seguirán coexistiendo ambas industrias, pero hasta que no llegue la película que me haga cambiar de parecer, prefiero disfrutarlas ambas por separado por temor a no tener que experimentar el horror que fue ver la película Super Mario Bros (1993.)
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