Tragedia. Esa es la palabra que define la explosión de la fábrica de plástico Polyplas en el sector de Villas Agrícolas. Los videos, los audios, las fotografías y las declaraciones de las personas cuyos familiares se encuentran desaparecidos entre los escombros, nos dejan en completo desasosiego y con muchas preguntas que, por el momento, me temo no serán respondidas.
Las autoridades se encuentran investigando las causas exactas que provocaron el siniestro y los organismos de emergencia aún retiran cadáveres de lo que fue, hasta el miércoles 5 de este mes, el lugar de trabajo de miles y miles de personas.
Sin embargo, este es un caso que no debe quedarse en el olvido. Polyplas es solo la punta del iceberg de una bomba de tiempo en la que vivimos. A menos de dos metros de casas, apartamentos, colegios, centros de acogida, hospitales y hogares de ancianos tenemos estaciones de combustible, gas licuado de petróleo y gas natural. Las empresas de manufactura, construcción y elaboración de productos químicos son nuestros vecinos; los vemos desde las ventanas de la sala y convivimos con el humo de sus procesos y con el ruido de sus turnos de trabajo.
Cada día nos despertamos en riesgo. En riesgo de dejar nuestros hijos al colegio, darles un beso y recibir una llamada que nos cambie la vida. En riesgo de que un escape de gas o cualquier otro producto químico nos vaya enfermado poco a poco. En riesgo de que un accidente industrial de grandes proporciones borre de cuajo un sector o se lleve consigo estructuras cercanas.
Por eso, y tomando en cuenta que lo importante en este momento son los colaboradores que se encuentran atrapados y sus familiares que les esperan, no es correcto hacer un análisis sobre el manejo de crisis por parte de la empresa, las autoridades o los organismos de socorro. Para elaborarlo, tendríamos que tener todos los elementos a la mano, el informe final por parte de los Bomberos y aquella data que la empresa Polyplas y el grupo Diesco se ha comprometido a entregar a los medios de comunicación. Teniendo todas las piezas del rompecabezas, podemos ser más justos y añadir un verdadero valor a la sociedad.
Hoy, lo esencial es mantener vivas todas aquellas preguntas que nos hemos hecho en redes sociales. Interrogantes que, lastimosamente, son riesgos que siempre han estado ahí y que tanto las autoridades, como las empresas que se encuentran en zonas residenciales conocen de antemano. Por eso, quiero dejarlos con estas preguntas, las cuales no voy a responder. Las dejo con ellas para que reflexionemos y cuando pase la indignación del momento no se nos olviden.
¿Por qué tenemos empresas de producción y manufactura en zonas residenciales? En caso de que la empresa haya estado primero que el sector, ¿qué plan tiene el Estado para reubicar estas organizaciones y que puedan funcionar sin representar un riesgo para los habitantes? ¿Qué tan estandarizados se encuentran los protocolos de seguridad en nuestro país? ¿Existe un organismo regulador en República Dominicana que monitorea las empresas y se asegura de que cumplan con ciertos estándares de calidad? ¿Cuántos siniestros como Polyplas se han registrado en los últimos años y que medidas ha tomado el Estado para reducirlos? ¿Qué consecuencias tienen que enfrentar las empresas cuando provocan situaciones como estas?
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