En esta época, en que la alegría y las celebraciones se multiplican, el ambiente laboral no es la excepción. Es muy común ver las famosas fiestas navideñas, almuerzos, aguinaldos, desayunos, chocolatadas, villancicos y muchas otras formas de celebración que usan las empresas, para agasajar a sus colaboradores y celebrar los resultados obtenidos en el año. Otras, aprovechan para reconocer el desempeño del equipo de trabajo. Lo cierto es que la navidad es una de las mejores temporadas del año para motivar el equipo.
Sin embargo, con el paso del tiempo se ha vuelto muy común escuchar a dueños de empresas decir que no hay fiesta porque “la cosa está mala”, que “la empresa no obtuvo los resultados esperados y que por eso no habrá fiesta”, o que simplemente hay que “castigar” a los empleados porque hubo muchos problemas en este año. Cada vez que escucho una de esas frases, me pregunto si este “sabio” empresario calculó ya el costo de ciento cincuenta empleados disgustados.
Y no puedo afirmar que todos se van a disgustar porque le hagan o no una celebración navideña, pero sí puedo afirmar que a la mayoría le va a gustar que sí la hagan. El buen sentimiento se expande y se multiplica; cuando dos personas están felices el tercero se contagia. Cuando una empresa decide no hacer ningún tipo de festejo en fechas como esta, está enviando un mensaje errado a su equipo, el cual puede crear una sensación de apatía que se traduce posteriormente en desencanto y bajo desempeño.
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Desde una posición muy imparcial como es la de gestión humana, me parece que ya es momento en que se entienda que los seres humanos somos integrales y que estamos llenos de emociones, que se estimulan positiva o negativamente, es decir, si como empleado percibo interés de la empresa por mí y mis cosas, lo más probable es que desarrolle un sentimiento de identificación con ella y de desapego en el caso contrario. Y es que si nos ajustamos a un presupuesto, sin exagerar en gastos, tomando las precauciones de lugar y dirigiendo la celebración a lo que la empresa busca, no veo el inconveniente de aprovechar este tiempo familiar para rejuvenecer las relaciones con el equipo de trabajo.
La Navidad es un buen momento para fortalecer la cultura y el buen clima laboral de la empresa, es un tiempo que podemos aprovechar para reverdecer las buenas relaciones y reparar las que no lo están tanto. Es buena oportunidad para reconocer el buen desempeño, premiar el trabajo en equipo, los resultados y generar orgullo en los colaboradores.
Cosas tan simples como un chocolate caliente, un villancico, un té de jengibre con galletas o un bono con un reducido presupuesto, tienen el efecto positivo que pocos imaginamos, porque los seres humanos estamos hechos de sentimientos y emociones, y las más pequeñas son las que provocan los más grandes cambios. Aprovechemos esto, porque vale más gastar en retención que en selección.
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