En medio de una coyuntura preelectoral tan adversa, porque dispersó a una buena parte de sus activistas y corrientes políticas atraídas por ilusiones y ambiciones electoralistas, Marcha Verde, contra todos los vaticinios contrarios, obtuvo un nuevo triunfo en Santiago.
La marcha del Cibao fue grande, de muchos miles de participantes, no de “algunos centenares” como informaron los mass media mentirosos. La falacia no tardó en caer en el vacío: los drones se encargaron panorámicamente de mostrar su fortaleza.
Resultó un fenómeno político de gran valor y mejores pronósticos, que rompió el tabú de la imposibilidad de perdurar contra tantas adversidades y trascender la coyuntura electoral del 2020, sin dejar de actuar independientemente frente al sistema de corrupción e impunidad que la auspicia.
En la base de este éxito está la resolución del V Encuentro Nacional al de Marcha Verde sobre la coyuntura electoral del 2020, clara y precisa, y dice así:
“Marcha Verde es un movimiento socio político no partidario, con vocación de trascender la actual coyuntura política participará en ella con acciones decididas de lucha contra la corrupción y la impunidad. No apoyará ni candidaturas ni partidos políticos específicos. Cada quien es libre de adoptar las decisiones electorales que considere, pero sin instrumentalizar a MV”.
En toda su trayectoria, además, MV había dejado claro que la participación en sus movilizaciones e iniciativas de militantes y dirigentes de cualquier partido político se debía hacer a titulo de ciudadano/as, respetando el color verde y los símbolos de MV, sin banderas ni símbolos propios, sin colores distintos. Y en esta oportunidad, a todo el que quiso participar en Cibao Marcha, se le insistió en ese protocolo.
Por eso lo acontecido en la Marcha de Santiago con el movimiento Basta Ya, perteneciente al corrupto PRSC de Quique Atún, fue un irrespeto a esas normativas y acuerdos. Una violación expresamente provocada para tratar de dañar la proyección esa formidable movilización y tratar de instrumentalizar la marcha, manchándo de “colorao” la marea verde.
A ese tipo de perversidad, que se ha revertido contra ese oportunismo balaguerista, se le agregó la agresión gubernamental y el desmantelamiento policial de la tarima y los equipos de sonido con el propósito de silenciar la proclama titulada: Firme y en unidad: ¡Cerremos el paso a la impunidad!
Marcha Verde es otra cosa
Ese proceder obedece al hecho de que MV es otra cosa: un factor emergente, potencialmente alternativo al sistema de partidos en crisis.
Sí, la diferencia está marcada por ese fenómeno político-social, no partidista, denominado Marcha Verde; y más concretamente por el hecho de sobrevivir aun en medio de los efectos dispersantes de la actual coyuntura pre-electoral; que si bien la afectó en meses anteriores, no lograron matarla.
Este nuevo sujeto político-social contrasta con el decadente partidismo tradicional – aunque todavía con significativas insuficiencias- porque además en su evolución ha definido la corrupción reinante y la impunidad que la protege y reproduce como un sistema e iniciado las reflexiones y debates sobre la pertinencia de un proceso constituyente que cambie todo.
Y, además, porque perdurando en el contexto de una situación tan adversa, está dando señales de recuperación en medio de circunstancias que refuerzan tanto su razón de ser como la necesidad de su autonomía y cualificación como factor transformador de una institucionalidad degradada.
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