Primero, uno cuestiona a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por sacar a las mujeres de los hogares para que se dediquen a los negocios y a la política. Luego, fuimos testigos del triste caso de Polyplas, y así han seguido otros prototipos de personas dedicadas a los negocios del transporte y del turismo, que muestran cómo los intereses empresariales se sobreponen al sentido común.
Si tenemos que hablar de responsabilidad social corporativa, tenemos que convenir en que es un concepto complejo que abarca, además de la acción social de la empresa, aspectos como la sostenibilidad, el medioambiente, las relaciones internas de los trabajadores y la integración de los más desfavorecidos, según lo dice Richard Mababu Mukiur.
Muchos empresarios dominicanos deberían tomar algunas clases de ética con Mababu, a juzgar por la forma en que se conducen frente a los temas que involucran al sentido humano y la responsabilidad con la comunidad, gente que deberían dar señales esperanzadoras, cosa que no hemos visto en ninguno de los casos mencionados anteriormente.
Estos acontecimientos dejan al desnudo lo peor de los instintos humanos de los empresarios involucrados y la lamentable actuación de las autoridades (todavía estamos esperando reacciones y sanciones para que casos como este no vuelvan a ocurrir). Estos acontecimientos son una muestra fehaciente de que en el país hace falta formación humanística.
Uno de los valores humanos más importantes es la solidaridad, al sentido ético de la responsabilidad social solo debería bastarle la máxima haz el bien y todo lo demás vendrá por añadidura.
Es posible que alguien piense solo en lo que es políticamente correcto antes que en lo que realmente importa. Para esos, los resultados serán nefastos, pues siempre habrá entre ellos desalmados que quieran filtrar grabaciones con llamadas telefónicas que pongan al descubierto las acciones más inmundas del adversario, para salir airoso.
Pero si lo único que interesa en esta economía neoliberal es la reputación por lo intangible que esto implica para la empresa, también hay que recordarles que ser una persona ética es al mismo tiempo rentable, y por eso las tendencias más saludables de comunicación corporativa se encaminan hacia la promoción de un liderazgo auténtico, responsable y que tiene como principal objetivo en una crisis la reparación de los daños a terceros.
Dice Rafael Alvira: “Nacemos siendo hombres, pero aún no humanos. La humanidad se adquiere. Si no nos educamos somos unos animales”. Pero Alejandro Llano advierte: “Cuando el bien común se desdibuja, cuarteado por la desconfianza crítica, se puede decir que la empresa como institución desaparece del panorama social y deja de ser la escuela de solidaridad y humanismo que hoy se está reclamando a gritos”.
Roguemos porque así sea.
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