A los periodistas en las universidades nos enseñan a no escribir en primera persona. Sin embargo, hay textos como este en que es imposible no hacerlo, sobre todo cuando se trata de situaciones que nos afectan directamente.
Jhonatan Liriano, dirigente del movimiento Marcha Verde, pidió el pasado viernes a los jóvenes no abandonar a la República Dominicana y luchar por un cambio social. Sus palabras, durante una entrevista en El Gobierno de la Mañana, me entristecieron mucho porque mi agenda de contactos poco a poco se ha ido llenando de códigos de área internacionales.
Los jóvenes con los que he estudiado, trabajado y con los que tengo una relación de amistad están abandonando el país. Los que no lo han hecho, lo tienen en planes a corto o mediano plazo. Sí, gente talentosa, con mucho que aportar a una sociedad que la necesita, ha decidido guardar los guantes en el clóset y empacar sus sueños en una maleta.
Por eso, cada vez que escucho, leo y veo entrevistas de políticos y empresarios refiriéndose a la juventud, siento que lo hacen como si se tratase de algo mitológico, una leyenda urbana que alguien se inventó y nadie ha podido confirmar.
Lo curioso es que la mayoría de ellos tiene hijos. La mayoría estudia fuera del país y una gran parte no regresa tras culminar sus estudios. Eso debería ser un recordatorio de que algo huele mal, y no es en Dinamarca.
Estimados políticos y empresarios, un país sin jóvenes no tiene futuro. Sin futuro no hay progreso. Y sin progreso no hay dinero… para nadie. Si su visión se limita a seguir mirando hacia el muro que han construido para sí mismos, lamento informarles que cuando traten de derribarlo, ya no habrá nadie para ayudarlos.
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