Definiciones de “innovación” hay muchas. Una de ellas es la del profesor Jamil Wyne, quien la define como “la iniciación y aplicación de nuevos procesos de ideas, productos o procedimientos”, pero si indagamos sobre otros significados, notaremos que un elemento en común es lo “nuevo” que viene con la innovación.
Vale aclarar que muchos autores coinciden en que no debe ser necesariamente nuevo en el mundo, más bien en el contexto. Esta innovación puede ser de productos, servicios, procesos (administrativos y burocráticos), posiciones, estrategias, de gobernanza e incluso de retórica.
En el sector público la innovación es un reto, y no siempre funciona, pues los servidores públicos operan bajo presión y circunstancias adversas la mayoría del tiempo. Puede apreciarse que rara vez hay dinero para invertir en nuevas ideas, resolver y complacer a todo el mundo, los servidores públicos trabajan bajo la presión de los medios de comunicación y de las mismas personas a las que sirven, esto lleva a que muchos oficiales del sector piensen más en su propia sobrevivencia que en innovar.
Otros retos que podría enfrentar la innovación en el sector público es que rara vez es premiada, muchas veces es difícil de explicar e incluso podría resultar destructiva, ya que cuando las cosas cambian alguien sale afectado: empleados, políticos (sobre todo en países altamente corruptos donde se busca poner trabas a la corrupción, pues si el que más se beneficia del problema es que debe resolverlo, habrá falta de voluntad de que las cosas cambien), los usuarios o hasta una parte de la sociedad.
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Hay sociedades en las que las ideas innovadoras se ven objetadas si son consideradas muy progresistas, al llegar a estar en conflicto con ideas conservadoras o religiosas. Es difícil que se adopten ideas innovadoras que no nazcan dentro de las mismas organizaciones, si son sugeridas por actores externos como una organización de gobernanza global, y van contra los intereses privados de influyentes actores del gobierno, pues no existirá interés en innovar.
En el caso de países en vías de desarrollo y altamente corruptos, sucede a menudo que las organizaciones públicas no suelen enfocarse en innovar, más bien se trabajan para su propia estabilidad y los empleados se enfocan en ver qué tanto provecho personal le pueden sacar a su puesto.
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Otro elemento es que la personalización de los proyectos es un obstáculo para la implementación y continuidad de ideas innovadoras en países como el nuestro. Suele suceder con frecuencia que un proyecto iniciado por una gestión de gobierno, no es continuado por la gestión siguiente, muchas veces llevando al fracaso del mismo, pues se percibe como una especia de gloria de la gestión pasada y se busca minimizar los logros del gobierno anterior sin importar el partido que represente. Lo que buscan muchos gobernantes es la gloria propia.
Los proyectos a corto y largo plazo encuentran todos estos escollos en países en desarrollo, es por esto que vemos tantas obras inconclusas o abandonadas, pues la mezquindad de algunos no les permite digerir que puede haber progreso sin protagonismo.
Nuestros servidores públicos, desde el tope de la pirámide hasta la base, deben terminar de asimilar su rol de servicio para que podamos experimentar un mayor desarrollo como nación.
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