Ana Bélgica | Foto: Kelvin de la Cruz
La creación y el manejo de las tecnologías son temas que tradicionalmente se vinculan a los varones, y es un errado concepto que debe ir cambiando.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) publicó el pasado año un informe que indica que solo el 35 % de los estudiantes matriculados en ciencias, ingenierías, matemáticas y tecnologías son mujeres. Y no solo esto, sino que el porcentaje de las mujeres que culminan estas carreras en algunos casos, como el de ingeniería, no pasa del 2 %. La ocupación universitaria de mujeres en carreras tecnológicas también es menor, de 28%, frente al 72%.
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Pero hasta los anuncios que vemos reflejados en la navegación por la Web tienen una connotación machista, pues los algoritmos con que se manejan los sistemas informáticos no están exentos de la discriminación. Un experimento llevado a cabo por la Carnegie Mellon University en el que estudian anuncios de Google, se observa una visible discriminación, pues menos mujeres que hombres tenían anuncios en línea que prometían ayudarles a conseguir empleos que pagaban salarios más altos, lo que planteaba dudas sobre la imparcialidad de los anuncios en línea.
Una respuesta a la aparición de anuncios que discriminen a las personas con base en sus búsquedas y en sus características personales está disponible desde la página de Google en la opción desactivar los anuncios personalizados, lo cual es un buen comienzo.
Las tecnologías han sido creadas por hombres en su inmensa mayoría, y reproducen las desigualdades y prejuicios que apuntan a disminuir la capacidad de las mujeres, tal como se ha visto desde la educación formal. El investigador Pablo Romero dice que en el mundo tecnológico “faltan ellas” para equilibrar lo que interpreta como un desbalance en Europa, donde cuatro de cada cinco hombres dominan los trabajos en el área de tecnología y con mejores salarios.
Mientras tanto, en la República Dominicana, la promoción de las niñas que estudian carreras relacionadas con la tecnología debe ser fomentada desde temprana edad, por los padres y madres, también por las autoridades educativas como un reclamo colectivo, desde los centros escolares y desde las maestras y maestros.
En estos días, cuando recordamos la lucha contra la violencia hacia las mujeres, la educación es un referente y debe promover que tanto niñas como varones accedan a las carreras que por prejuicio se han asociado solo al género masculino, y en igualdad de condiciones, pero es muy difícil promover en nuestras alumnas el estudio de las tecnologías si los maestros y maestras no lo entienden de esta manera. Este es otro elemento en el caldo de cultivo de la violencia contra la mujer.
El argumento más contundente en relación con este tema lo escuché recientemente de un joven estudiante: “No hay nada biológico que impida que más mujeres se dediquen a las tecnologías”.
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