Hace un par de meses hubo una conversación en Facebook sobre el estado de las bibliotecas, las librerías y el libro en República dominicana.
A raíz de la discusión surgieron referencias al informe del II Censo Nacional de Bibliotecas, realizado por la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña y la Oficina Nacional de Estadística. En este se habla de lo mucho que le hace falta al país en materia editorial.
Esa fue también la temporada en la que se habló de la poca cantidad de librerías que quedan en Santo domingo. Espacios como Mateca, La Trinitaria y otros fueron cayendo bajo el peso de la poca rentabilidad.
El ejemplo más notorio de todos fue el cierre de la librería del Ministerio de Cultura, por lo que representa. Aunque, para lo que estaba haciendo…. Hasta el punto en el que si se piensa en dónde comprar libros apenas vienen a la mente un par de referentes.
Nota: el área de libros de los supermercados no cuenta.
En general, el mercado del libro en República Dominicana es mínimo. Por decir un caso, el valor total de las exportaciones por concepto de materiales bibliográficos en 2017 alcanzó US$1,866,939.99, de acuerdo con las cifras de la Dirección General de Aduanas.
Por favor, no hagan la comparación con los US$10,120 millones que representó el total de las exportaciones del país en esa fecha.
Este valor abarca libros educativos, religiosos, de música, manuales, libros de colorear, documentos, records, registros, de cocina y un amplio etcétera taxonómico. Y, como es evidente, Estados Unidos fue el principal destino.
En este punto tenemos dos situaciones. Por un lado, los espacios culturales en República Dominicana van desapareciendo. Por otro, lo que se lleva desde el país a otras aguas es mínimo. Y de esto, el grueso no lo ocupa una obra de pensamiento.
Lo curioso es que la movida cultural en República Dominicana se ha expandido en los últimos años. Cada vez son más los eventos independientes en los que se ponen a circular libros convencionales, mezclas de literatura con música, transgéneros artísticos.
Sin embargo, la inversión real en fortalecer el pensamiento crítico sigue siendo muy baja. Tanto la sociedad civil como el estado apuestan por el desarrollo, concentrados en crecimiento económico e infraestructura. Es decir, el mismo modelo que se le critica a los años noventa, solo que con un discurso más popular.
Pero, ¿invertir en cultura no es parte del desarrollo humano? ¿En qué punto fortalecer a los individuos deja de ser parte del bienestar?
Además del incremento de las divisas y los empleos, indiscutiblemente prioritarios, la cultura juega un rol determinante. Incluso para la rentabilidad de los países.
En los estados donde es mayor el desarrollo humano, además de empleos y divisas, hay un fuerte capital cultural. Este les permite diferenciarse internacionalmente y granjearse inversiones en áreas que también enriquecen las capacidades de la gente, no solo la tierra, el capital y el trabajo.
Pd: Estas son solo algunas consideraciones.
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