El París Saint-Germain se jugará su pase a cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Borussia Dortmund sin el calor de su público, después de que las autoridades francesas decidieran que el duelo, el más importante del año para los parisienses, se jugará a puerta cerrada por el coronavirus.
Un nuevo reto para un equipo que tiene todas sus esperanzas puestas en la máxima competición europea, en la que encadenan tres temporadas consecutivas fracasando en octavos de final.
En esta ocasión, afrontan la vuelta con la desventaja de haber caído en Dortmund por 2-1, una derrota que hizo temblar todas las estructuras del club, que ve sumado a su nerviosismo la extraña situación de afrontar el duelo sin público.
No podrá el PSG acudir a la estrategia de hace dos años, cuando recibían en el Parque de los Príncipes al Real Madrid con la obligación de remontar un 3-1 cosechado en el Bernabeu.
Los dirigentes multiplicaron los llamamientos a la grada, al calor del público para fundir al conjunto blanco, que se mantuvo firme y que incluso ganó también en la vuelta por 2-1.
La bravuconada parisiense se saldó con una sanción de la UEFA, porque los llamamientos al combate de los dirigentes condujeron a muchos de sus aficionados a acudir al estadio con bengalas.
Fue un intento desesperado por remontar, un año después de que la palabra remontada entrara en el diccionario del hincha parisiense. Quedó grabada en su lenguaje después de que el Barcelona fuera capaz de contrarrestar con un 6-1 en el Camp Nou el 4-0 que el PSG le había metido en la ida en París.
La cicatriz de aquella gesta no ha sanado todavía en el Parque de los Príncipes, que el año pasado vio como era un Manchester United venido a menos el que superaba en el Parque de los Príncipes el 0-2 que el PSG había cosechado en Old Trafford.
Desde entonces, los dirigentes del club se obstinan en buscar experiencia para superar esa ronda y que el equipo madure para alcanzar la recta final de la competición, tal y como sugiere el multimillonario presupuesto que manejan.
El contratiempo del coronavirus supone una obstáculo en esa labor de normalización, porque convierte al partido en un duelo inédito para todos los jugadores, lo que eleva el nivel de incertidumbre.
Cierto que tampoco el Borussia tiene costumbre de jugar sin público, pero al menos los alemanes pueden consolarse con el que iban a encontrarse el próximo miércoles les sería hostil.
La única lectura positiva para el PSG es que en las últimas semanas crecía la animadversión de una parte de la grada a algunas de sus estrellas, lo que no les garantizaba un apoyo incondicional.
Un partido incierto, una buena defensa del Dortmund, podía traducirse en silbidos en la grada y más presión en el césped.
La decisión de las autoridades de anular el duelo tendrá también consecuencias financieras para un club que busca desesperadamente mantener el equilibrio parlamentario que le exige la UEFA, que mira sus cuentas con lupa.
En un partido de Liga de Campeones, la caja de taquilla, palcos y ventas en el interior ronda los 5 millones de euros, que dejará de ingresar el club.
Por si fuera poco, el atacante Kylian Mbappé no se entrenó con sus compañeros en la jornada de hoy al sufrir dolores de garganta, según adelanta el diario "Le Parisien", que añade que, aunque el club es optimista, su presencia en el duelo del miércoles no está garantizada al cien por cien.
Autor de 30 goles esta temporada, cinco de ellos en Liga de Campeones, su ausencia sería un duro golpe deportivo y moral para un equipo que no podrá contar con el italiano Marco Verratti, su pilar en el centro del campo, por sanción.
Será el quinto partido que el PSG juegue a puerta cerrada, el tercero en el Parque de los Príncipes.