La noche del pasado domingo constituyó para los dominicanos una jornada de grandes ligas. No me refiero a una de aquellas espectaculares justas deportivas a las cuales nos acostumbró el bate estridente de nuestro David Ortiz cuando nos representaba en la Gran Carpa. Más bien, estoy haciendo alusión a las mezclas de sentimientos de profunda consternación, dolor, indignación e impotencia, cuando nos enteramos de que el Big Papi había sido víctima de un corrido y bateo que casi le roba las bases de su existencia misma.
La noticia corrió a la velocidad de los más de quinientos vuelacercas que disparó el dominicano a lo largo de su fértil carrera, trascendiendo de manera meteórica hasta llegar a los jardines de las redes sociales, tiñéndolas con la sangre escarlata que corrió por el centro de diversión donde vio la muerte a tan solo noventa pies del plato y encendiendo los ánimos de millones de fanáticos que siguieron sus hazañas cuando vestía los calcetines rojos de la capital y ciudad más poblada de Massachusetts.
El Jugador más Valioso de la Serie Mundial de 2013 fue impactado aquella noche con la recta probablemente más fulminante con que jamás lanzador alguno lo haya desafiado, provocando que haya hecho swing sin encontrar nada, aunque el objetivo era dejarlo retratado en el home o tendido sin vida en el terreno.
Para lograr sus objetivos, el furtivo lanzador apeló a recursos muchos más bajos que la brea, propinando cobardemente un mortífero dead ball por la espalda al jugador más valioso de la Serie del Caribe de 2003. Aunque con ello también provocó que se llenaran las almohadillas de fanáticos iracundos y decididos a hacer justicia por sus propias manos. Muchos de ellos se lanzaron al terreno de juego como muestra de amor al bateador designado y primera base que se ha convertido en un verdadero patrimonio de niños y adultos tanto de República Dominicana como de Estados Unidos y otras partes del mundo.
La accidentada competencia agotó entradas extras. Es así como al día siguiente la noticia de que el popular y carismático pelotero había sido víctima de una jugada sucia y que poco faltó para que fuera mortalmente ponchado en esta visita a la caja de bateo, se había enquistado en la lomita de los sustos de los principales diarios a nivel nacional e internacional, concitando la atención de gran parte del mundo hacia el estadio donde el ex jugador de Minnesota y Boston había estado agotando el turno más arriesgado de su vida.
Por suerte para el toletero y para todos los dominicanos, tan solo fue enviado a la lista de lesionados. De allí, con la venia del Altísimo, estamos seguros que sabrá levantarse y pronto lo tendremos deleitándonos de nuevo con extra bases de la sencillez y la humildad a las que nos tiene acostumbrados. Lo veremos de nuevo impulsando con su sentido altruista y su solidaridad las carreras de los más vulnerables, y con ello demostrando al mundo por qué el pueblo dominicano hoy sufre tanto lo sucedido a uno de sus embajadores que más lejos ha puesto a viajar la bola de nuestros valores y nuestro emblema tricolor.
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