Roland Garros debía haber abierto sus puertas este domingo para una edición muy especial en la que el español Rafael Nadal buscaría su decimotercer título y los organizadores mostrarían orgullosos al mundo el techo de la pista central que tanto ha tardado en llegar.
Pero como muchas otras manifestaciones turísticas, el desarrollo del Grand Slam de tierra batida se ha visto perturbado por la pandemia de COVID-19 y el mes de mayo no se vestirá del ocre tradicional del torneo en la capital francesa.
Aún mantienen la esperanza los organizadores de poder celebrar la 129 edición en otoño, entre finales de septiembre y principios de octubre, si para entonces el avance del coronavirus ha dado un respiro.
Pero nada está garantizado en estos tiempos y en la Federación Francesa de Tenis (FFT) trabajan en todos los escenarios: desde anular pura y simplemente a celebrarlo sin público o la más improbable de que, para entonces, el torneo pueda tener lugar con normalidad.
Para entonces el techo de la central cobrará más sentido, porque las lluvias pueden ser más habituales. Las once planchas que se ciernen sobre el cielo de la Philippe Chatrier ya están instaladas y en los últimos días han sido testadas con éxito, lo que ha dejado las primeras imágenes de lo que será el torneo parisiense cuando el tiempo lo exija.
A partir de ahora, los 15.000 espectadores de la pista central estarán a cubierto en caso de necesidad, una obra que motivó la renovación de todas las instalaciones y que estuvo bloqueada durante años por la oposición de los vecinos del barrio.
No les gustaba que Roland Garros se agrandara a costa de un parque adyacente que alberga unos centenarios invernaderos, lo que les llevó a iniciar una batalla jurídica que solo se desbloqueó cuando el torneo renunció a buena parte de sus ambiciones.
También están listas las otras pistas, algunas de ellas con iluminación artificial para alargar las jornadas y poder acelerar el cuadro si la lluvia se muestra caprichosa en otoño.
Pero el día en el que Roland Garros debía haber abierto sus puertas el ambiente es de obras en el estadio. Los obreros se suceden en el lugar para dar los últimos toques a la renovación, que quedó también frenada por la aparición de la pandemia.
El número de efectivos que estuvieron trabajando tuvo que ser reducido, una medida de seguridad que también influyó en que los organizadores anunciaran el pasado 17 de marzo el retraso de la edición.
Lo hicieron el mismo día en el que el Gobierno decretó el confinamiento de la población y reconocen que fue una medida prudente, porque no habría dado tiempo a estar listos para la fecha inicialmente marcada, aunque la epidemia hubiera remitido más rápido de lo previsto.
Otra decisión ha sido retrasar la ceremonia de inauguración oficial del techo retráctil a mayo de 2021, cuando se espera que el público sea bienvenido y pueda hacerse una auténtica fiesta.
Hasta entonces, Roland Garros sigue en cuarentena, aunque algunos tenistas franceses usan sus pistas para empezar a entrenar, después de que el pasado 11 de mayo el Gobierno pusiera fin al confinamiento y autorizara la práctica deportiva con medidas de seguridad.