Por: Mario Villar
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, endurecieron este martes su choque en una Asamblea General de la ONU muy marcada por la pandemia del coronavirus y la creciente tensión entre los dos grandes poderes económicos del mundo.
Con los líderes internacionales interviniendo a través de videos pregrabados, a la jornada inaugural de esta Asamblea General le faltó el dramatismo de los discursos en directo y del cara a cara, pero no los cruces de acusaciones entre potencias.
Trump, en un escueto mensaje de apenas siete minutos, fue directamente a por Pekín, a quien responsabilizó por la aparición del virus y por permitir que se extendiese por todo el planeta.
"Las Naciones Unidas deben hacer que China rinda cuentas por sus actos", dijo el mandatario estadounidense, que insistió en refererirse al COVID-19 como "el virus de China".
Xi, consciente de por dónde iba a ir el mensaje de Trump, usó el suyo para dejar claro que el coronavirus es un problema de todos y que ahora lo fundamental es la cooperación para salir adelante.
"Cualquier intento de politización o estigmatización con este asunto debe rechazarse", recalcó el líder chino, que tendió la mano al mundo -sobre todo a los países vulnerables- para trabajar juntos.
Así, Xi prometió que las posibles vacunas que China está desarrollando, con varias en la última fase de ensayos, serán consideradas un "bien público global" y se distribuirán de forma prioritaria a países en desarrollo.
La ONU ha insistido desde el primer momento en que es necesaria una "vacuna popular" que esté al alcance de todos y, por ello, su secretario general, António Guterres, criticó este martes que "algunos países" estén cerrando acuerdos para beneficio exclusivo de sus ciudadanos.
"Este vacunacionalismo no es solo injusto, sino que es contraproducente. Ninguno de nosotros estará seguro hasta que todos estemos seguros", señaló del diplomático portugués.
El presidente ruso, Vladímir Putin, por su parte, aprovechó su intervención para sacar pecho por el rápido desarrollo de una vacuna en su país, que ofreció de forma gratuita a Naciones Unidas para proteger a sus funcionarios.
"Una nueva guerra fría"
Aunque la pandemia la ha disparado, la tensión entre el Gobierno de Trump y el chino viene de lejos y se hace notar en muchos frentes, incluidos el geopolítico, el económico y el medioambiental.
Se trata de una fractura que, a juicio de Guterres, va en "una dirección muy peligrosa" y plantea el riesgo de "una nueva Guerra Fría", con dos grandes esferas lideradas respectivamente por Washington y Pekín y con sus propias normas de comercio y financieras, su internet y sus capacidades de inteligencia artificial.
"Una brecha tecnológica y económica plantea el riesgo de convertirse inevitablemente en una brecha geoestratégica y militar. Debemos evitar esto a toda costa", subrayó el jefe de Naciones Unidas.
Ante esa situación, el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó a construir "un nuevo orden" mundial que no esté definido por la "rivalidad" entre EE.UU. y China y en el que Europa asuma plenamente su responsabilidad.
Trump, sin embargo, reivindicó el poderío económico y militar estadounidense y su "destino como pacificador" del mundo, haciendo valer sus recientes mediaciones en Oriente Medio o Afganistán, pero siempre desde una posición "de fuerza".
Del otro lado, Xi recalcó que su país no va a mantener ningún tipo de guerra, "ni fría ni caliente", y nunca buscará la "hegemonía", sino la cooperación y el multilateralismo.
Aprovechando la aversión de Trump por los organismos internacionales, Pekín ha reforzado en los últimos años su apuesta exterior y, según muchos analistas, está ganando influencia en la ONU y en otros foros.
Xi mantuvo hoy esa línea, prometiendo más dinero para fondos multilaterales, atacando el proteccionismo estadounidense y comprometiéndose a hacer más contra el cambio climático.
La disputa en torno a irán
Como es habitual, los líderes tocaron varios conflictos y crisis internacionales en sus discursos, entre las que destacó sobre todo la disputa en torno a Irán, su programa nuclear y la campaña de presión que lleva a cabo Estados Unidos, que ha tenido su capítulo más reciente en la ONU.
Tras dejar el acuerdo atómico de 2015 e imponer duras medidas contra Teherán, Trump activó el mes pasado un mecanismo en Naciones Unidas para restablecer todas las sanciones internacionales contra el país persa.
El movimiento, sin embargo, no ha sido reconocido por el Consejo de Seguridad de la ONU, dado que el resto de potencias consideran que Washington no puede invocar esa cláusula al no ser ya miembro del acuerdo nuclear, evidenciando el aislamiento estadounidense en este ámbito.
"Esta es una victoria no solo para Irán, sino para la comunidad global", destacó el presidente iraní, Hasan Rohaní, que dedicó prácticamente todo su discurso a atacar a EE.UU. y a asegurar que su país resistirá a las sanciones unilaterales.
Europa, que trata de salvar el acuerdo nuclear, está decidida a no ceder al intento de Washington, según recalcó Macron.
El novedoso formato de la Asamblea General, con los líderes interviniendo desde sus capitales, ha permitido a la ONU reunir este año a más jefes de Estado y de Gobierno que nunca.
Mientras, la sede de la organización en Nueva York, habitualmente un enjambre de actividad en estas fechas, permanece semivacía, con apenas dos centenares de diplomáticos autorizados a seguir los debates desde el hemiciclo.
"La pandemia de la COVID-19 ha cambiado nuestra reunión anual hasta hacerla irreconocible. Sin embargo, también ha hecho que sea más importante que nunca", subrayó Guterres.