Saben cuál es el mayor obstáculo que enfrentamos las mujeres hoy en día. Pues a nosotras mismas. A pesar de que sabemos que tenemos derechos, que podemos acceder a diversas oportunidades, que las puertas están abiertas para nosotras, nos cerramos. Y nos cerramos no solamente por ciertos aspectos que en definitiva todavía deben ser mejorados, como los salarios y la cuota de participación en ciertas organizaciones, sino porque nos hemos acostumbrado a ver cada tema, cada situación y cada hecho que leemos en los periódicos o que presenciamos de primera mano, como un tema de género.
Entendemos que cada cuestionamiento de un hombre hacia nosotras es porque somos mujeres. Que cada comentario, pregunta o llamada de atención es porque existe una intención expresa de hacernos daños. Que cada vez que nos preguntan si tendremos tiempo para asumir una posición nueva, un proyecto o se nos pregunta por nuestros hijos o familia, es porque nos van a arrebatar de las manos la oportunidad de crecer.
Somos las primeras que hacemos comentarios ligeros, injustos e inquisitivos sobre nuestras compañeras. Criticamos sus roles como madres, como colaboradoras, como esposas, como amigas. Pretendemos que sean 100 por ciento eficientes en cada actividad que desempeñan y, como dice una frase que leí hace varios días en Instagram, queremos que las mujeres que nos acompañan cada día en la oficina, trabajen como si no tuvieran hijos y sean madres a tiempo completo como si no laboraran en una empresa.
También hacemos comentarios muy ligeros sobre la vida sentimental de nuestras amigas. Las motivamos a que tengan novios, romances o a que se entretengan con cualquiera que las mire. Sin embargo, si lo hacen, también las condenamos porque ese no es el comportamiento que se espera de una mujer decente, recatada y de buena reputación.
Por eso, si bien es cierto que la sociedad nos ataca, pretende limitarnos y a veces bloquea nuestro crecimiento, nosotras mismas también somos responsables de las barreras que nos ponemos y que les ponemos a nuestras compañeras de género.
Hoy, Día Internacional de la Mujer, hagamos un alto y despertemos. Eliminemos de nuestro sistema ese papel de víctima eterna y dejemos de victimizar a todas aquellas mujeres que en este momento están compitiendo por una posición y se le está haciendo difícil. No permitamos que nadie nos haga sentir que por tener hijos o por desear un hogar, no podremos tener una vida profesional plena con altos reconocimientos.
Tampoco etiquetemos toda acción deplorable contra una mujer como si fuera un tema de género. Un ejemplo de ello, es el de la magistrada Germán Brito y el Procurador de la República, Jean Alain Rodríguez. Efectivamente, él le faltó el respeto, no la trató como una profesional y por situaciones del pasado entre los dos se generó este intercambio que todos hemos condenado. Sin embargo, muchas y muchos han catalogado esto como un tema exclusivamente de género, cuando la acción se pudo haber repetido con un juez hombre perfectamente.
Y así como este caso hay muchos otros. Por eso, y para finalizar la columna de este viernes, no perdamos de vista que es lo importante. Argumentemos con fuerza y continuemos trabajando para lograr mejores condiciones. Pero, sobre todo, ejercitemos nuestra mente. Nosotras siempre podemos.
Z Digital no se hace responsable ni se identifica con las opiniones que sus colaboradores expresan a través de los trabajos y artículos publicados. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier información gráfica, audiovisual o escrita por cualquier medio sin que se otorguen los créditos correspondientes a Z Digital como fuente.