Empecemos la columna de este viernes situándonos en un escenario que muchos hemos visto e, incluso, vivido. Vamos a cerrar los ojos. Imaginemos que abrimos nuestra tienda de zapatos para niñas y de alquiler de vestidos de fiestas (bodas, bautizos y velorios) y que Instagram, sí, esa cuenta que activamos y en la que "posteamos" la mercancía, es el escaparate.
Estamos en el siglo 21 y no hay mejor vitrina que esa. Esta red social tiene 700 millones de usuarios activos, se suben 95 millones de fotos diarias y se registran, aproximadamente, 2 millones de "likes". Muchos creerán que el alcance y las ventas, sobretodo las ganancias, están aseguradas.
Pero, ¿qué pasa cuando los vestidos y los zapatos se quedan en el almacén porque nadie los compra? ¿Qué sucede cuando los seguidores le dan "like" comentan y preguntan pero no hacen ninguna transacción? ¿Qué pasa, y esto si es grave, cuando ni contratando "influencers" reconocidos con miles de seguidores la situación mejora?
¿Cuál es la solución? ¿Cerrar la tienda y dedicarse a otra cosa o cambiar la estrategia y ver otros horizontes en el mundo digital? La opción es la segunda, al menos hay que intentarlo antes de tirar la toalla.
Ciertamente, Instagram es una red social que permite que lleguemos a una gran cantidad de personas, pero nosotros debemos optimizar ese alcance a través de las mismas herramientas que la plataforma nos ofrece. Los adds, por ejemplo, son anuncios pagados que nos ayudan a captar a ese target que queremos a un bajo costo.
Con un presupuesto de 20 dólares podemos alcanzar a más de 10 mil personas de diferentes países, edades y gustos. El fracaso de muchas cuentas comerciales pequeñas es justamente no hacer esto. La mayoría, se conforma con los seguidores que ya tienen y por temas de presupuesto deciden no colocar publicidad.
Otra herramienta que nos da Instagram son los "micro influencers", aquellas personas que tienen entre 1,000 y 10 mil seguidores y que son verdaderos expertos en los temas que tratan. Un punto importante en relación a los "micro influencers" es que poseen un alto nivel de "engagement", incluso mayor que el de los "influencers" por lo que quienes los siguen si pueden tomar decisiones de consumo basados en sus consejos.
En este sentido, es importante identificar el área de "expertise" del "micro influencer", la relación que podría tener con la marca y el cómo sacarle provecho a esa alianza desde un punto de vista comercial, pero también humano para hacer click con ese cliente potencial y generar esa necesidad de compra.
Finalmente, y aquí mucho ojo y atención, es la forma en que mostramos nuestros contenidos. Instagram ya da la opción de subir vídeos, de hacer historias, incluso ya existe el canal Instagram Tv dentro de la misma plataforma que facilita el "posteo" de vídeos de hasta 7 minutos. Si nuestro producto nos da la oportunidad de hacer un "outboxing" mostrando las bondades de lo que vendemos o de mostrar que tenemos ropa para cada tipo de cuerpo hagámoslo. Si tenemos la oportunidad de educar a nuestro público sobre el cuidado de la piel o enseñarles a seleccionar las piezas que mejor le quedarían, apostemos a eso.
Instagram si puede ser un buen escaparate, siempre y cuando no veamos esta red social como la extensión de un "flyer" o un anuncio pagado en un periódico.
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