La recuperación de la economía china tras el levantamiento de las medidas anticovid tardará pocos meses y una vez que ocurra su demanda de gas y de otros productos se disparará, entrando en competencia directa con Europa y presionando al alza el precio de este combustible.
Esta es la proyección que hace en una entrevista con EFE la economista en jefe del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), Beata Javorcik, sobre el nuevo horizonte económico que se abre tras la reapertura de China tras dos años de restricciones por la pandemia.
“El levantamiento de las restricciones por la covid es una navaja de doble filo para la economía global. En el corto plazo enfriará el crecimiento económico en China, pero en algunos meses habrá un efecto de rebote, con el impacto global que esto supone”, señaló en un apartado de su participación en el Foro Económico Mundial de Davos.
Javorcik dijo que la influencia de la demanda China tirará hacia arriba el precio del gas natural, que aunque en los últimos meses ha descendido, “en términos reales está a niveles récord que no se habían visto desde 1981”.
“Si creemos en los mercados de futuro, el gas aumentará de precio en los próximos meses y no bajará hasta 2026”, comentó.
“2023 será un año difícil y el alto precio del gas afectará la competitividad de los centros industriales europeos”, anticipó.
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La economista señaló que 2022 fue -pese a las múltiples crisis- “un año mejor de lo esperado” porque en el primer semestre los consumidores de muchos países gastaron los ahorros acumulados durante la pandemia, lo que impulsó el crecimiento.
A la vez, el invierno en el hemisferio norte está siendo más suave de lo esperado, lo que ha permitido que varias compañías pudieran pasar a combustibles alternativos, agregó.
Sobre la guerra en Ucrania, la principal asesora económica del BERD dijo que es difícil pensar en volver a una normalidad económica si el conflicto armado no termina, en particular por la incertidumbre que esta situación causa en Europa.
“Si la guerra sigue, siempre hay una posibilidad de escalada, lo que interrumpiría las exportaciones de alimentos y entonces habría una presión sobre los precios globales de éstos”, explicó.
Por otra parte, la economista en jefe del BERD comentó que no se ha producido el impacto negativo que se temía que la guerra tendría en los países de Asia central, dependientes tanto de las remesas enviadas desde Rusia, como de la logística y de la infraestructura de este último para sus exportaciones.
Según el análisis del banco, los países de Asia central se han convertido en intermediarios del comercio entre Occidente y Rusia, sometido a sanciones internacionales por su agresión militar contra Ucrania.
“Las estadísticas indican que hubo una gran caída del comercio directo con Rusia, pero hubo un fuerte aumento de las exportaciones de Occidente hacia Asia central, y un aumento de las exportaciones de esta región a Rusia. En otras palabras, el comercio no va directamente de Occidente a Rusia, sino que pasa por Asia central”, explicó.
En los primeros meses de la guerra, 2.000 compañías con capital ruso fueron registradas en Kazajistán, las cuales pueden estar jugando un papel clave en la intermediación del comercio.