Carlos Alfredo Fatule | Foto: Z Digital
A decir del cantautor dominicano, Carlos Alfredo Fatule, los intérpretes del dembow en la República Dominicana han sido discriminados, razón por la cual considera que “esos muchachos” han sido además vilipendiados, ignorando que su música es una expresión cultural de nuestros pueblos.
Entrevistado en el programa “Cada Vez Más Cerca”, que conduce el arquitecto Kalil Michel, Fatule precisó que la expresión cultural de los pueblos será llevada a la música sin importar lo que se haya formado. “Si aquí lo que se fundó fue una falta de cultura y de educación, pues entonces la generación ahí está”.
“Esos muchachos han sido vilipendiados mucho, porque, y han sido discriminados. Decían: eso no es música. Un momentito, antes de que tú seas radical, entiende que es una expresión cultural de lo que se ha fundado en este país por más de 40 años”, afirmó.
Fatule recordó que la música siempre va a reflejar la realidad de la sociedad a través de sus letras, sin importar cual sea, ya que su objetivo va a ser siempre expresar lo cultural por medio de la música.
“Siempre va a aparecer una expresión cultural donde ellos se expresen”, refirió al afirmar que en el año 2003 le dio la oportunidad a jóvenes de “todos los lados” que cantaban reggaetón en la época.
Sus inicios en la música
Carlos Alfredo Fatule detalló, además, cómo fueron sus inicios en la música, en la que detalló que utilizó sus estudios en la carrera de medicina como una excusa, “porque había que estudiar”, aunque refirió que sus deseos musicales fueron primero.
Reconoce que el razonamiento “lógico” de su madre fue el ideal para cumplir con sus estudios y luego seguir con lo que siempre le apasiona diciéndoles: “tú estás aquí, la UASD es buena, tú hace una carrera en medicina y si tú no quieres, tú sigues tu música”.
En efecto, así lo hizo y comenzó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo su carrera de medicina en el año 1978, aunque reconoce que dentro de sí seguía el efecto arte y no desperdiciaba ninguna oportunidad para expresarlo.
Tanto así, que una vez en la facultad de medicina “de noche me escapaba” para los bares de los alrededores de la Clínica Gómez Patiño donde hacía la residencia de medicina, ahí obtenía sus tres minutos de gloria y retornaba a su labor de médico.
Narró que ingresó al arte formal de la mano de María Cordero, en un establecimiento llamado “El Molino”, donde se realizaban presentaciones de profesionales que cantaban, ingresando a la de “Médicos que Cantan”.
“En el Molino, María tenía los jueves temáticos, se invitaba a arquitectos que cantaban, el próximo, médicos que cantaban y ahí fue donde encajó.
Explica que el escenario sirvió de vitrina para exhibir su talento, y es ahí cuando alguien le hizo una oferta de 400 pesos para cantar, lo que multiplicó por varios los 60 que ganaba como médico en el referido centro asistencial.
