La mujer como tal posee la capacidad de procrear, la gestación humana es un estado que privilegia al sexo femenino y aunque un embarazo es una bendición para la familia que espera a ese nuevo ser supone un riesgo en la salud de la madre. La cantidad de hormonas que incluye el embarazo hace que aparezcan un sin número de cambios en el organismo materno que hasta cierto punto pudieran considerarse normales o fisiológicos.
La nueva madre debe adaptarse a esos cambios, modificar su estilo de vida, procurar una alimentación adecuada, incluir elementos nutricionales que no solo estarían destinados a suplir sus necesidades, pues el desarrollo de su hijo dependería directamente de ella y su alimentación. Dentro de esos cambios es necesario familiarizarse con nuevos hábitos, pero también abandonar hábitos ya establecidos.
El tabaco y el consumo de alcohol son dos prácticas cuyos efectos fetales están evidentemente demostrados, pero existe una sustancia que se consume de manera masiva y que hasta cierto punto crea la incertidumbre de si debe abandonarse o restringirse su uso durante el embarazo; el café.
El consumo excesivo de cafeína, que aún no se define del todo, se ha vinculado con un mayor riesgo de abortar. Algunas publicaciones afirman que el consumo de unas cinco tazas de café por día, cerca de 500 mg de cafeína, aumenta ligeramente el riesgo de abortar.
La cafeína es una sustancia que presenta un metabolismo más lento en la mujer embarazada que en la no gestante. Atraviesa la barrera placentaria pero se desconocen los mecanismos por los cuales podría inducir abortos espontáneos.
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En un estudio llamado CARE (2008) se incluyeron 2,635 embarazos de bajo riesgo y se observó que la restricción del crecimiento fetal, así como recién nacidos con bajo peso al nacer aumentaba a cerca de 1.4 entre aquellas con consumo de cafeína mayor de 200 mg durante todo el embarazo, en comparación con las que consumían menos de 100 mg al día.
Lo que sí se sabe es que la ingesta de cafeína en el primer trimestre del embarazo se asocia con un incremento del riesgo de aborto espontáneo en embarazos de bajo riesgo y este incremento del riesgo está presente de manera consistente sólo entre las mujeres no fumadoras.
Cabe señalar que una taza de café, ya sea expreso, cortado, con leche o de la variedad que más nos guste, viene a aportar aproximadamente 50 mg de cafeína. Si un consumidor medio habitual de café suele tomar 3 ó 4 cafés al día, estará consumiendo una cantidad de aproximadamente 150 a 200 mg de esta sustancia, lejos de lo que se podría considerar dañino o perjudicial.
A partir de ahí podemos recomendar la restricción del la ingesta excesiva de café y de manera particular en el primer trimestre del embarazo que incluye desde el inicio del mismo hasta la semana 14; período en el que se produce la organogenesis (formación de órganos) en el bebé y ya que no existe con claridad la seguridad en el uso de algunas sustancias dentro de las cuales se incluye el café, lo ideal sería evitarlas al menos durante este período.
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