El país ha visto cómo casi todas las semanas la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), bajo la dirección del vicealmirante José Manuel Cabrera Ulloa, la incautación de grandes toneladas de drogas.
Sorprendido ante una labor tan eficiente -poco usual en ese organismos- llamé al vocero de la DNCD, colega Carlos Devers, para preguntarle sobre los resultados del trabajo que dirige el vicealmirante. Y me ofreció la siguiente información, dejándome más sorprendido aún:
Desde agosto del año pasado se han incautado 41 toneladas de drogas, más nueve toneladas en coordinación con organismos de otras latitudes, sumando en total 50, algo sin precedentes. Se han apresado cuatro aeronaves, 94 extraditables, más de ocho millones de dólares y 67 millones de pesos, 304 armas de fuego entre fusiles, pistolas, escopetas, etc. De igual forma se han recuperado tres mil 741 vehículos de distintas marcas y tamaño, apresado 32 mil personas, 97 % dominicanos y 7% extranjeros.
– ¿Y cuál ha sido el trabajo en las calles con el microtráfico y los puntos de drogas? -pregunté. “Hemos sacado de las calles más de un millón 500 mil gramos de distintas drogas”.
Sé que luchar contra el microtráfico es difícil. El porcentaje de las drogas que se queda en el país no es tan alto como la mayoría de los dominicanos suponen; los grandes cargamentos procedentes de Colombia y otros países tienen otros destinos: Europa y Estados Unidos, principalmente.
(Estados Unidos tiene alrededor de 30 millones de adictos y unos 70 millones de alcohólicos. Los europeos gastan más de 24 mil millones de dólares en drogas ilegales todos los años. Más de 275 millones de personas en el último año consumieron drogas ilegales en el mundo. ¡Un gran negocio!)
La red del microtráfico es compleja y diversa. Completar los operativos después de las investigaciones de inteligencia, cumpliendo con los requisitos del ordenamiento jurídico, es difícil. A veces imposible.
Obtener la orden de un juez para un allanamiento y el acompañamiento de un fiscal para entrar a una propiedad, dificulta el operativo. Los dueños de los estupefacientes se deshacen de ellos echándolos por el inodoro o el fregadero. Y sin pruebas solo hay que pedir excusas y marcharse con las manos literalmente vacías.
De todos modos el auge del consumo de drogas en cualquier parte solo es posible gracias a la complicidad de sectores políticos, civiles, económicos, policiales y militares. Tengo la convicción que en los gobiernos anteriores había complicidad con el tráfico de narcóticos. Funcionarios civiles y militares de los más altos niveles obtenían grandes beneficios, que algunos candidatos de elección popular fueron financiados por gente poderosa del bajo mundo.
Los datos expuestos más arriba sugieren que actualmente no hay complicidad, que terminó la tolerancia, que ahora si hay una lucha frontal contra el narcotráfico y el microtráfico. El presidente Luís Abinader, que fue acusado de ser “candidato del narcotráfico” ha demostrado todo lo contrario. Sus detractores, entre los cuales había periodistas y comunicadores, han tenido que meterse la lengua donde no les dé el sol. Los hechos hablan por sí solos: más de 50 toneladas incautadas, cuatro aeronaves, 96 extraditables apresados, más de ocho millones de dólares y 67 millones de pesos recuperados, más de 300 armas de fuego, casi cuatro mil vehículos recuperados, 32 mil apresados y más de un millón 500 mil gramos de drogas sacadas de las calles.
Cabe destacar el esfuerzo por sanear y limpiar la imagen de la DNCD que realiza el contraalmirante Cabrera Ulloa, un hombre simple y sencillo, de un perfil bajo, al que no le gustan las cámaras de periódicos ni de televisión. Prefiere que sea su trabajo el que hable.
Mi pregunta es: ¿Por qué antes no y ahora sí? ¿Qué pasaba antes que no pasa ahora en la lucha contra el narcotráfico?
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