Cacique y presidente

Ante tantas noticias negativas, ¿qué hacer?

lunes 4 febrero , 2019

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Foto: Amaury Pineda

Como especie, los seres humanos vivimos bajo constante amenaza. Problemas como el cambio climático, la escasez del petróleo, epidemias, guerra nuclear y la escasez de agua potable son de alerta global. A nivel nacional, la temporada ciclónica, la delincuencia, paupérrimo drenaje pluvial, corrupción pública y privada, trafico de drogas, endeudamiento público, la migración ilegal y el crimen organizado acaparan la atención de la mayoría de los medios de comunicación. A nivel personal, el desempleo, problemas de salud, tránsito pesado, poca movilidad social, problemas maritales y familiares, entre otros, no dejan el menor espacio en nuestra agenda.

Frente a esta lista de problemas (limitada por espacio, pero que incluye muchos otros temas) es natural sentirse diminuto e impotente. La mayoría de nosotros pasamos la vida tratando de resolver problemas personales. Empleamos un gran numero de años estudiando, trabajando y formando familia. Es más, el solo hecho de mantenerse superficialmente informado sobre los problemas que afectan a nuestra comunidad, al país o al planeta, es de por sí un lujo que solo unos pocos afortunados pueden darse.

Por si esto fuera poco, todos estos problemas son sumamente complejos y sus respectivas soluciones requieren de acciones colectivas. Por ejemplo, miles de científicos en el mundo trabajan constantemente para encontrar una cura definitiva al cáncer y solo pequeños avances en tratamientos paliativos han sido posibles. EE. UU. dedica millones de dólares, tecnología de punta y personal entrenado a combatir el trafico de drogas, y a pesar de tal inversión, miles de estadounidenses mueren anualmente a causa de una sobredosis.

Estudiar, analizar y encontrar solución al más sencillo de estos problemas es una tarea titánica y abrumadora. Entonces, ¿qué puede hacer un estudiante, un trabajador, un comerciante, un ciudadano frente a tantas calamidades? Pienso que la respuesta es y seguirá siendo la misma: lo que nos toca. Cumplir con las responsabilidades que tenemos a mano, por nimias que parezcan, puede generar efectos positivos no solo en nuestro entorno inmediato sino también en el conglomerado.

Pensar que hay que tener fama, poder económico o político para poder coadyuvar en la solución de problemas que enfrenta nuestro país y el planeta, es uno de los efectos negativos de las redes sociales. Hacer bien una tarea, terminar un proyecto, tirar la basura al zafacón, limpiar la casa, apagar los bombillos en desuso, etc. son actividades sin efecto viral y, por tanto, carecen de relevancia en el mundo de los likes. No obstante, estas son las acciones que logran los verdaderos cambios sostenibles que tanto demandamos.

Un estudiante que entrega una tarea bien hecha, incentiva al profesor a poner más empeño y creatividad en sus lecciones; un empleador que paga lo justo y da buen trato a sus empleados, los motiva a laborar con esmero; y los padres que cierran la llave, enseñan a sus hijos a no desperdiciar el agua. Como dijo la Madre Teresa: “Si quieres cambiar el mundo, vete a casa y ama a tu familia.”

No es mi estilo predicar, ni es mi propósito decir a nadie lo que tiene que hacer. Mas quiero resaltar que abrumarnos por problemas globales y pensar en panaceas universales es una pérdida de tiempo. Ni Elon Musk con todo su intelecto, ni Bill Gates con todo su dinero pueden por si solos encarar los retos que la humanidad enfrenta. Pero antes de tirar la toalla, sugiero dar un paso atrás para reconocer que las acciones que están al alcance de nuestras manos podrán no darnos fama ni reconocimiento, pero el eco de su impacto sí que repercute a los niveles más altos.


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Amaury Pineda

Candidato a doctor en ciencias políticas, Western Michigan University, EE.UU. Licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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