La dominicana que confesó que había matado al hijo de su novio español y mantuvo el cadáver doce días escondido mientras participaba en la búsqueda del niño será juzgada por un delito de asesinato, informó este lunes el juzgado de la ciudad de Almería (sur), donde se lleva el caso.
La acusada, Ana Julia Quezada, de 44 años, confesó que había matado el 27 de febrero de este año al niño español Gabriel Cruz, hijo del que entonces era su pareja, un hombre español que residía en la provincia de Almería, suceso que mantuvo en vilo a la sociedad española.
El juez que lleva el caso, Rafael Soriano, afirmó que en la comparecencia de hoy se va a informar a la investigada de los hechos que se le imputan, asesinato y contra la integridad moral, pero se ha descartado el delito de detención ilegal.
"A partir de ahí empezará la instrucción de la causa por la ley del jurado, que llevará su tiempo, y esperemos que antes de fin de año esté completada y se pasará a la Audiencia Provincial para su enjuiciamiento", dijo Soriano.
El suceso despertó un gran interés mediático en España y se resolvió cuando la mujer fue detenida con el cadáver del menor en el coche que conducía, doce días después de su desaparición.
Según confesó la acusada tras su detención, el niño murió el mismo día de su desaparición y su cuerpo permaneció en un pozo en una finca propiedad de la pareja de Quezada y el padre del menor, hasta que la mujer lo extrajo de allí y lo trasladó a otra población, momento en el que fue detenida.
El juez Soriano ordenó en marzo pasado la prisión provisional de Quezada al considerar que asfixió al niño de 8 años con las manos siguiendo una "malvada voluntad" y la propia mujer reconoció que había asfixiado al niño tras golpearle con un hacha.
Quezada llegó a España en 1995 procedente de su país y se instaló con su hija en la ciudad de Burgos (norte). Posteriormente se casó con un español con el que tuvo otra niña.
La mayor de sus hijas falleció en 1996 al caer desde una ventana de la vivienda de Burgos a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental.