Y ahora… hasta nos damos los buenos días

martes 4 diciembre , 2018

Creado por:

Adelaida Martínez | Foto: Kelvin de la Cruz

A propósito de la reactividad en una persona… sí, de lo que hablaba el otro día. Hay un nuevo señor (de avanzada edad) que está de vigilante en una tienda cercana a uno de mis trabajos (el de la mañana). El aparcamiento se pone difícil y los que llegamos, ya una vez ocupados la mayoría, procuramos estacionarnos donde podamos y sucede… que en ese pequeño negocio, justo cerca de la entrada, suelo aparcarme cuando no tengo otra alternativa.

“Usted no se puede estacionar ahí”, me dijo. Lo miré seria y le contesté “las calles son libres”. Él me miró asombrado y a modo de sermón me explicó que esa no era la forma y que quería explicarme cómo estacionarme porque estaba tapando la entrada de la tienda.

Finalmente, recordé sobre lo que había escrito sobre ser reactivo y el hecho de cómo no controlar nuestras emociones sin medir consecuencias afecta nuestras relaciones, el estado de ánimo y hasta la salud.

Me calmé y tuve una plática con el señor. Con mucha paciencia le pregunté que cómo debía estacionarme. Terminé diciéndole que tenía toda la razón y que me disculpara, porque estaba haciendo su trabajo.

Ahora todas las mañanas suelo darle los buenos días y él me responde con mucho cariño. Y si no puede dejarme estacionar en ese espacio porque el camión iba a llegar más tarde para desmontar la mercancía ese día, pues igual lo entiendo y no me enfado.

Escuchar en serenidad y con actitud abierta a entender que puedes estar equivocada no solo te salva el día a ti, sino a todo el que interactúe contigo durante la jornada y hasta en casa.

Decir las cosas no solo por decirlas, sino cuidando las formas, puede impactar de manera positiva o negativa en los demás. Cuando alguien no mide tiempo ni espacio para hacerte un favor o colaborarte en algo sin esperar nada a cambio, ten por seguro que te has ganado eso con una buena actitud hacia los demás y hacia la vida misma.

Pero lo mejor de este encuentro y de poder narrarlo, es que aceptar nuestras debilidades nos ayuda a crecer sobre ellas y a superarlas.

El ser reactivo puede hacer que pierdas no solo tu paz, sino la oportunidad de ganar nuevos amigos.


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Adelaida Martínez

Periodista con maestría en periodismo y especialidad en comunicación institucional | Comentarista radial | Experiencia en los medios de comunicación desde el 2007.

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