Uno de los puntos del Pacto Nacional para la Reforma Educativa en la República Dominicana (2014-2030) reza así: "… promover en los centros educativos la construcción de valores y actitudes que fomenten las relaciones de convivencia pacífica entre todos los actores, así como un clima de organización, respeto mutuo, disciplina y desarrollo ciudadano…”.
Después de un lustro de haber sido puesto en marcha el histórico acuerdo, los resultados en el sentido indicado son desalentadores y altamente preocupantes, puesto que el nivel de conflictividad escolar pareciera ser que, en lugar de disminuir, se ha incrementado. Esto, partiendo de la frecuencia con que los medios de comunicación de masas y las redes sociales dan cuenta de casos de riñas, algunas de las cuales degeneran en víctimas mortales.
A este cuadro, sumemos aquellas escenas en franca violación a la moral y las buenas costumbres por parte de niños y adolescentes en plenos planteles escolares y que se contraponen a aquellos códigos de conducta que tienen como preceptos básicos la observancia de los deberes fundamentales. Estas consideraciones también son avaladas por nuestra propia experiencia impartiendo charlas en gran parte de los centros educativos en todo el país, donde hemos tenido la oportunidad de escuchar abundantes testimonios.
Los casos que podríamos citar van desde el incalificable abuso de que fue objeto una estudiante de apenas doce años de edad cuando fue forzada por otros alumnos a practicarles sexo oral, hasta la muerte de una niña y un niño en hechos separados a manos de compañeros. A estos acontecimientos no podemos dejar de añadir aquel singular “espectáculo” del pasado día de San Valentín, cuando un hombre penetró sin mayores restricciones a un centro educativo para entregar un obsequio a un estudiante del mismo sexo con quien alegadamente sostiene una relación sentimental, con besos y abrazos, ante las ovaciones de sus compañeros.
En aquella semana, en otra escuela, dos estudiantes de ambos sexos escenificaron una parodia de petición de mano pública, sustituyendo la propuesta de matrimonio por una invitación a sostener relaciones sexuales y obsequiando un preservativo en lugar de un anillo de compromiso. No soslayemos tampoco que muchos de estos hechos, en lugar de avergonzar a quienes los protagonizan, son compartidos por ellos mismos a través de las redes sociales, en abierto desafío a las autoridades y las convenciones sociales.
Ante este escenario y bajo el entendido de que los planteles escolares públicos se pueden estar convirtiendo en lugares inseguros, donde la integridad física y la salud mental de niños y adolescentes no están garantizadas, proponemos lo que sería el “Diálogo por la Paz y la Convivencia Pacífica en las Escuelas”, cónclave que reuniría a aquellos sectores que tienen que ver con la problemática, tales como el Ministerio de Educación, la Policía Escolar y, por supuesto, los propios estudiantes y sus padres. La agenda incluiría también la delincuencia en las escuelas y las agresiones de que son víctimas muchos maestros.
Las autoridades no deben postergar más el abordaje frontal de este fenómeno que contraviene el clima propicio para la garantía del derecho humano y fundamental a la educación que tienen los estudiantes. Una educación que priorice también las condiciones para que nuestros niños y adolescentes puedan estudiar en paz.
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