Por: Laura Agustín
La relación entre el trabajo y el ser humano ha evolucionado vertiginosamente pasando del punto donde los empleadores pagaban por la ejecución por trabajos rudimentarios y penalizaban a sus empleados por pensar, hasta el extremo donde emergen los “trabajadores del conocimiento” (knowledge workers, en su traducción al inglés), quienes ofrecen soluciones y poseen las habilidades y competencias para hacer aportes cognoscitivos a las tareas realizadas.
Durante este proceso, han surgido diferentes tendencias en la administración del talento humano, que han dado respuesta a las necesidades de cada época. En ese sentido, las empresas de hoy día se han dado cuenta de que deben volver a capacitar a su fuerza laboral a través de estrategias de aprendizaje y desarrollo, pero con nuevos matices.
En el Foro Económico Mundial del 2020 se reafirmó esta necesidad al declarar: “El mundo se enfrenta a una emergencia de recapacitación. Necesitamos volver a capacitar a más de mil millones de personas para el 2030”. Con este enunciado se hizo un llamado de cara a los siguientes aspectos: las nuevas tecnologías, los cambios en las expectativas de los empleados, las tendencias de estrategias de inclusión/diversidad, la evolución de las demandas del mercado, los cambios en la demografía laboral y —cómo no mencionar— los efectos de la COVID-19, que obligan a repensar el papel del aprendizaje y del desarrollo en las corporaciones.
En tal sentido, las propuestas que han sido creadas para afrontar los nuevos retos empresariales son el reskilling (formar a un empleado para adaptarlo a un nuevo puesto en la empresa) y el upskilling (enseñarle nuevas competencias para optimizar su desempeño). Ambas se derivan del tradicional subsistema de capacitación y desarrollo de personal, que ahora bajo otra denominación para impulsar la evidente necesidad de desarrollar a la empleomanía y de ofrecerle un plan de carrera que le desafíe y le motive a seguir dando lo mejor dentro de la organización.
Se trata de una transformación en el aprendizaje laboral, centrada en la renovación, la mejora y la superación continua del talento humano.
Cuando se habla del reskilling y el upskilling se hace referencia al incremento de la competitividad de los empleados y del fomento de su compromiso; de la reducción de la rotación de personal, de la retención de talento y de la promoción de una cultura de aprendizaje. Asimismo, se alude a la mejora de la imagen empresarial, a la reducción de la brecha digital y al aminoramiento de los costos del proceso de reclutamiento y selección.
Al incrementar las capacidades de los empleados en las empresas, utilizando el talento existente, que está comprometido con la misión, visión y los valores organizacionales, y al abarcar todos los cargos de la institución, se garantiza la sobrevivencia laboral ante los cambios que vienen dados por la globalización, la amenaza de la competencia y las estrategias de productividad.
Así que, los programas de desarrollo organizacional tienen que crecer de la mano de estas nuevas tendencias que han vuelto por la necesidad que se tiene de ofrecer nuevas oportunidades de desarrollo profesional a los colaboradores… y que, al parecer, ¡han vuelto para quedarse!
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