Un nuevo método de superenfriamiento permite conservar a cuatro grados bajo cero, pero sin congelación, hígados humanos a la espera de trasplante, un protocolo que puede prolongar la vida del órgano fuera del cuerpo hasta 27 horas, según un estudio que publica ayer lunes la revista Nature Biotechnology.
En la actualidad, los órganos destinados a trasplantes pueden preservarse solo durante unas horas, menos de 12 en el caso del hígado, el cual se somete a un mantenimiento hipotérmico a cuatro grados centígrados.
El estudio, firmado por científicos del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard, describe un método mejorado para conservar el hígado a -4 grados, pero sin que la congelación cause daños en los tejidos.
La viabilidad de los hígados antes y después del superenfriamiento se mantuvo inalterada y los órganos pudieron aguantar el estrés de un trasplante simulado, señala un comunicado del Hospital General de Massachusetts.
Aunque los autores concluyen que esta investigación apoya el uso de la preservación de órganos a bajo cero, indican que antes de pasar a fases más avanzadas de pruebas primero tendrán que hacer experimentos de supervivencia a largo plazo con hígados superenfriados en modelos de animales grandes.
Antes del sobreenfriamiento, los hígados se acondicionan para protegerlos del frío con un "cóctel" de conservantes que se administra mediante perfusión mecánica, otra técnica ya en uso para mejorar los órganos para trasplante.
Así, el hígado pueden ser transportado a -4 grados y en el lugar del trasplante se utiliza de nuevo la perfusión mecánica para calentar cuidadosamente el órgano y sacarlo de su estado de animación suspendida, explica la nota.
Los expertos consideran que esta alternativa "podría ampliar enormemente la disponibilidad de hígados sanos para trasplante, mejorar el uso de órganos y reducir la presión del tiempo sobre los equipos de obtención y trasplante".
En la actualidad, los hígados destinados a trasplantes se preservan en un solución conservante a entre cuatro y seis grados, pero a las pocas horas el tejido acaba con daños irreparables y tiene que se descartado.
El equipo había conseguido ya conservar a menos seis grados centígrados hígados de roedores, pero a medida que el volumen del órgano aumenta es más difícil evitar la formación de hielo a temperaturas bajo cero, explicó el primer informe del artículo, Reiner J. de Vries.
"El tiempo extra que la técnica puede comprar podría marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en un trasplante de hígado", indicó otro de los miembros del equipo Shannon Tessier.
En muchas ocasiones cuando hay un órgano disponible puede no ser adecuado para alguien que esté cerca, por eso, "en términos de localización, cuando añades ese tiempo extra significa que puedes buscar a mayor distancia".
Eso supone, según Tessier, que hay más posibilidades de encontrar al mejor receptor posible, lo que significa que el órgano trasplantado puede tener una vida más larga en el receptor.