Un experimento realizado con ingeniería genética logró destruir toda una población de mosquitos de malaria enjaulados en un laboratorio, lo que abre la puerta a trasladar la prueba a un entorno natural, publica hoy la revista "Nature Biotechnology".
El experimento, liderado por Andrea Crisanti, del Imperial College London, consistió en introducir en un grupo de mosquitos portadores de malaria Anopheles gambiae unos genes editados con la técnica CRISPR, a fin de modificar su impulso sexual.
Los científicos aseguran que, al contrario que en estudios anteriores parecidos, no se detectaron mutaciones genéticas para oponer resistencia a los cambios, lo que sugiere que este mecanismo de "impulso genético" podría llevarse a cabo con garantías de éxito en la naturaleza.
El objetivo de los llamados "impulsos genéticos", desarrollados por los científicos en laboratorios, es extender rápidamente genes específicos en una población concreta, lo que se hace favoreciendo la transmisión entre las generaciones de esos genes.
En mosquitos, las técnicas de ingeniería genética CRISPR permiten la transmisión de genes específicos en un 99 % de la descendencia, frente al 50 % que se constata en el medio natural.
Un estudio de laboratorio anterior a éste consiguió extender entre los mosquitos un gen que reducía la fertilidad de la hembra, lo que redujo la población enjaulada, pero en pruebas posteriores se detectó que los insectos habían desarrollado resistencia, lo que indica que no funcionaría en la naturaleza.
En el experimento difundido hoy, los autores concluyen que "la rápida y completa propagación de este impulso genético, junto con la ausencia de resistencia, hacen que sea realista efectuar estudios de campo controlados".