El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer lunes el despliegue de "miles y miles de soldados fuertemente armados" y de agentes de la ley para detener los disturbios en Washington DC.
"Estoy movilizando todos los recursos federales, civiles y militares disponibles para detener los disturbios y los saqueos para poner fin a la destrucción y los incendios provocados y para proteger los derechos de los estadounidenses que respetan la ley", dijo el mandatario en un discurso en la Rosaleda de la Casa Blanca.
En concreto, informó de que han tomado "medidas rápidas y decisivas para proteger" la capital estadounidense, que vivirá su segunda noche de toque de queda, con el despliegue de soldados.
"Estoy enviando miles y miles de soldados fuertemente armados, personal militar y oficinas de aplicación de la ley para detener los disturbios, los saqueos, el vandalismo, los asaltos y la destrucción desenfrenada de propiedades", afirmó Trump, al indicar que el toque de queda, que comenzó este lunes cuatro horas antes, a las 19.00 hora local (23.00 GMT), en Washington DC "se aplicará estrictamente".
Además se dijo dispuesto a desplegar al Ejército en las ciudades y estados que se nieguen a "tomar las medidas necesarias" para defender "la vida y la propiedad de sus residentes".
"Hoy he recomendado enérgicamente a cada gobernador que despliegue a la Guardia Nacional en cantidades suficientes para que dominemos las calles", aseguró Trump.
El mandatario urgió a los alcaldes y gobernadores a "establecer una aplastante presencia de agentes del orden hasta que la violencia haya sido sofocada".
"Si una ciudad o estado se niega a tomar las medidas necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes, entonces desplegaré el Ejército de los Estados Unidos y resolveré rápidamente el problema por ellos", advirtió.
El jefe de la Oficina de la Guardia Nacional, el general Joseph Lengyel, indicó en su cuenta de Twitter que este lunes que "17.015 soldados y aviadores de la Guardia Nacional están ayudando a agencias civiles locales y estatales que responden a disturbios civiles".
Al final de su discurso en la Rosaleda de la Casa Blanca, Trump dijo que a continuación iría a "presentar sus respetos a un lugar muy, muy especial".
Poco después, el presidente, rodeado de algunos de sus asesores, dio el extraordinario paso de salir a pie de la Casa Blanca y cruzar caminando la plaza de Lafayette para dirigirse a la iglesia episcopal de Saint John, en la que han rezado todos los presidentes de EE.UU. desde el siglo XIX.
Trump posó para las cámaras con una Biblia en la mano frente a las ventanas tapiadas de la iglesia, cuyo sótano fue uno de los lugares donde algunos manifestantes prendieron fuego durante las protestas del domingo, aunque las llamas no provocaron daños.
"El mejor país del mundo. Y vamos a mantenerlo seguro", aseguró Trump.