Cuando vamos al teatro, buscamos sentir. Es nuestra necesidad de conmovernos que nos lleva a una sala a presenciar una puesta en escena.
El pasado viernes tuve la oportunidad, y el placer, de ver “Casi Normales”, una obra que llegó tras un recorrido de éxito internacional a Studio Theater, con un elenco de increíbles talentos, no del ámbito popular ni de los medios, pero que en su haber tienen ya vasta trayectoria en teatro musical.
En el mercado dominicano, una puesta en escena que no tiene el respaldo de un nombre popular para fines promocionales hace que tal vez pocos se enteren de la magnífica propuesta de este impactante musical, que toca hasta la última fibra de quien lo presencia.
Trata de una familia, como cualquier otra familia, que tiene un día a día ajetreado, con una hija adolescente que mira el mundo en torno a ella, con unos padres que la aman y lidian con el conflicto que lleva esta complicada edad.
Lo que “no es normal” es lo que viven a puertas cerradas. El duelo de una madre que no supera la muerte de un hijo, de la que ya hace 16 años. Creando un mundo paralelo donde él todavía existe, resistiéndose a vivir sin su presencia. La búsqueda de un término psiquiátrico, ya que el de “bipolar” no resume todo lo que pasa por su mente, quedándose sin respuestas para su dolor.
Una familia forzada a evolucionar o perecer, con una madre que no vive el presente ni de su esposo ni de su hija… al menos no el real, pero que ama hasta el infinito a su familia, a pesar de ella misma, y lo que no puede superar.
Este tema me toca muy de cerca. En la historia vemos cómo intentan hasta los médicos sacar provecho de su situación clínica, vemos cómo la hija piensa que esto le pasa solo a ella, molestando su vida y su desarrollo, como si fuera a propósito. Pero, también, vemos cómo la única cura a cualquier mal, es el amor y la unión, y vemos que al final cada familia tiene su propia versión de lo que es normal, según sus circunstancias.
Esta puesta en escena es, en mi opinión, maravillosa. Unas voces excepcionales, una escenografía cuidada y detallista; una banda en vivo que magnifica la intención de cada escena; un drama palpable, vívido, que hizo llorar a la audiencia que de pie aplaudió; y, lo mejor, una respuesta, esa que buscamos cuando vemos arte, que entrega a través del amor a todo el que le presencia.
Debo resaltar la impecable dirección de Joyce Roy, la producción de Camilo Then, y sobre todo, las actuaciones de Laura Leclerc (estremecedora), Alejandro Espino, y la muy joven Annabelle Aquino, quien además tiene una de las voces más hermosas que he escuchado en vivo.
La obra tendrá sus últimas funciones este próximo fin de semana, los días viernes 15, sábado 16 y domingo 17 de noviembre en Studio Theater de Acrópolis center.
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