Por Céline Aemisegger
El Gobierno ruso intentó soslayar este viernes las acusaciones de Occidente acerca de los ciberataques efectuados presuntamente por agentes rusos a escala global, las cuales considera pura "propaganda antirrusa", pero que han revelado un proceder poco cuidadoso de la inteligencia militar del país.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, de visita oficial en la India junto a una delegación que también incluye a su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, compareció ante los medios junto al primer ministro indio, Narendra Modi, pero no hubo tiempo para preguntas.
El secretario de Prensa del Kremlin, Dimitri Peskov, se esforzó desde Nueva Delhi por dibujar un clima "libre de manifestaciones histéricas", y sostuvo que un ambiente "rusófobo" solo está presente en aquellos países que están "obsesionados con la espionajemanía".
Con Putin y Lavrov fuera del país, el resto del Gobierno ruso guardó silencio sobre las acusaciones de EEUU, Canadá, Australia, Reino Unido y Holanda sobre los presuntos ataques cibernéticos del espionaje ruso en los últimos años.
El ministerio de Exteriores planeaba convocar a la embajadora holandesa en Moscú, Renée Jones-Bos, para expresarle su malestar por las acusaciones efectuadas el jueves por el ministerio de Defensa de Holanda sobre el supuesto intento de la inteligencia militar rusa (GRU) de perpetrar en abril ciberataques contra la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya.
La OPAQ investigaba en el momento del intento de espionaje el presunto uso de armas químicas en Siria y el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia, en marzo pasado en la ciudad inglesa de Salisbury mediante un agente tóxico de fabricación rusa llamado "Novichok", y del que Londres acusa a Moscú.
Los objetivos de la inteligencia rusa eran además un laboratorio certificado de ese organismo en Suiza este año, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en 2017 y el Comité Nacional Demócrata estadounidense antes de las elecciones presidenciales en 2016 en las que venció el candidato republicano, Donald Trump.
Las documentación presentada por La Haya y por Londres, así como las indagaciones de plataformas de investigación periodísticas ponen a Rusia en una situación difícil de explicar.
Los pasaportes de dos de los cuatro presuntos agentes del GRU que fueron expulsados en abril por Holanda por su intento de espiar a la OPAQ tienen números de serie consecutivos: los de Alexei Morenets y Evgenii Serebriavok.
Según la plataforma digital británica de investigación periodística Bellingcat, Morenets estuvo empadronado en 2011 en el número 50 de la calle Narodnogo Opolcheniya, una dirección en Moscú donde se encuentra la Academia Militar del Ministerio de Defensa ruso y que se conoce como el "Conservatorio del GRU".
Además, su automóvil de entonces estuvo matriculado en la calle Kosomolosky Prospekt 20, la dirección de la unidad militar 26165 del GRU, y descrita por EEUU y Holanda como la unidad cibernética de la inteligencia militar rusa, de acuerdo con la misma fuente.
Bellingcat, al meter esta dirección en una base de datos públicamente accesible, encontró otras 305 entradas de personas con coches en la misma dirección y con sus nombres completos y números de pasaportes, lo que, indicó, puede suponer "una de las mayores violaciones de la protección de datos personales en la historia reciente de un servicio de inteligencia".
Holanda también proporcionó un recibo de taxi que uno de los sospechosos llevaba consigo en el que consta un recorrido desde la calle Nesvizhskiy Pereulok, una calle paralela a la del GRU, hasta el aeropuerto de Sheremétievo de Moscú, el 10 de abril pasado.
Los mismos descuidos se han destapado en el caso de los dos sospechosos del caso Skripal, uno de los cuales ha sido identificado por Bellingcat como Alexei Chepiga, coronel del GRU.
Al revisar los datos de Ruslán Boshírov o Chepiga, y de Alexander Petrov, la plataforma descubrió que en ambos casos sus pasaportes contenían los marcadores "top-secret" en su ficha de expedición.
Asimismo, un número de teléfono que figuraba en el documento y al que llamaron algunos periodistas resultó ser del Ministerio de Defensa, y el número de sus pasaportes solo se diferenciaba en tres dígitos, lo que indica que fueron expedidos por la misma oficina.
La línea de defensa del Kremlin ha sido denunciar la existencia de una campaña propagandística que busca, según el "número dos" de la diplomacia rusa, Serguéi Riabkov, preparar el terreno para una nueva tanda de sanciones occidentales contra Moscú.