La estabilidad estratégica internacional se está deteriorando y existe el riesgo de que se pueda desatar una guerra nuclear, advirtió hoy el viceministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.
El alto diplomático ruso constató durante una conferencia celebrada en la Escuela Superior de Economía el creciente deterioro de la estabilidad estratégica, al señalar que se trata de "un hecho indiscutible".
"Los riesgos también crecen… existe el riesgo de que se desate una guerra nuclear, incluso en una situación en que las partes no tengan la intención de desatar un conflicto nuclear", afirmó, citado por RIA Novosti.
Según Riabkov, esta dinámica negativa se observa de modo especial durante el último año, en el cual los pasos dados por "los colegas occidentales" se tornan cada vez menos pensados y por momentos "extremadamente agresivos".
En ese sentido acusó a Occidente de "bloquear" el trabajo de los canales de diálogo y continuar desmontando los mecanismos de control de armamentos.
"Abogamos por la reanudación de los diálogos para garantizar la estabilidad estratégica y la seguridad internacional", indicó, al subrayar que Moscú espera una respuesta adecuada por parte de Estados Unidos.
Riabkov señaló que Washington continúa postergando las conversaciones sobre la prórroga del tratado START III, llamado Nuevo START, y que crea "artificialmente un estado de indefinición", pese a las propuestas de Rusia de extender el acuerdo por cinco años más.
"Nos dan a entender que no están preparados para sostener una discusión detallada, al menos por ahora. Por lo visto existe la tentación de 'jugar' con esta indeterminación", añadió.
El viceministro de Exteriores constató que Moscú observa con preocupación los ánimos prevalecientes en EE.UU. que considera que los mecanismos tradicionales de control de armas ya no son necesarios.
El START III, el tratado de reducción de armamento estratégico ofensivo, fue suscrito en 2010 por los entonces presidentes ruso, Dmitri Medvédev, y estadounidense, Barack Obama, y expira en 2021.
Se trata del último acuerdo de reducción de armas de este tipo tras la retirada de EE.UU. y Rusia del tratado INF, suscrito por ambos países en 1987 y que estipulaba la destrucción por parte de los firmantes de los misiles balísticos y de crucero, lanzados desde tierra, de corto y mediano alcance, es decir con rangos de entre 500 y 5.500 kilómetros.
Rusia ha rebatido las críticas de Occidente de que es el único culpable del fin de este tratado, el primero de desarme de la Guerra Fría, y acusó a EEUU de poner en peligro la seguridad de Europa y el sistema mundial de control de armamento.