Libertario, libertino y admirador del expresidente de Estados Unidos Richard Nixon (1969-1974) es como se ha definido a sí mismo Roger Stone, un personaje cercano a Donald Trump durante su campaña para los comicios de 2016 y que ha llegado a mentir al Congreso para proteger la imagen del magnate.
Esa falta a la verdad y otros cargos han provocado que Stone, de 67 años, enfrente ahora una pena máxima de 50 años tras ser declarado culpable hoy por un tribunal federal de las siete imputaciones de las que había sido acusado -cinco delitos de testimonio falso, uno de obstrucción del procedimiento oficial y otro de manipulación de testigos-.
Stone trabajó brevemente hasta 2015 como asesor de Trump durante su campaña presidencial, aunque después siguió ofreciendo sus servicios de manera informal, según varios medios.
Sin embargo, su relación profesional se remonta a la década de los noventa, cuando Trump abandonó el Partido Republicano para intentar sin éxito de la mano de Stone presentarse a las elecciones presidenciales bajo la plataforma del Partido Reformista.
El controvertido consultor y lobista, que durante décadas ha asesorado a candidatos republicanos a la Presidencia del país como Nixon, Ronald Reagan (1981-1989), Bob Dole o el propio Trump, ha tenido una larga trayectoria cerca del poder.
Su admiración por Nixon es tal que en la espalda luce un tatuaje de su rostro sonriente.
"La razón por la que soy un gran seguidor de Nixon es por su indestructibilidad y resistencia. Él nunca renunció", dijo Stone en una entrevista con la revista The New Yorker en 2008, a pesar de que Nixon sí renunció a la Presidencia de EE.UU. en 1974 después de destaparse el escándalo del caso Watergate.
La reseña de Amazon de su propio libro, "Stone’s Rules" (Las reglas de Stone) lo describe como un hombre "extraordinariamente bien vestido", en referencia a su pasión por coleccionar trajes retro, considerado como un "guerrillero de la libertad por sus admiradores" y "un embustero sucio por sus detractores".
De acuerdo con el diario USA Today, en la década de 1980 Stone, que incluso tiene un documental en Netflix, "Get Me Roger Stone" (consígueme a Roger Stone), fue socio de una consultoría política junto al exjefe de la campaña de Trump Paul Manafort, otra pieza clave en las investigaciones del fiscal especial Robert Mueller sobre la trama rusa y actualmente en prisión.
En los documentos judiciales de su caso se afirma que en el verano de 2016 Stone fue contactado por altos funcionarios de la campaña de Trump en relación con "futuras filtraciones" de la "Organización 1″.
La palabra WikiLeaks no aparece mencionada en esos documentos, pero se entiende que la referencia es a la organización liderada por el periodista australiano Julian Assange.
Stone también ha aparecido relacionado con Kristin Davies, conocida como la "Madame de Manhattan", que comparte un dúplex con él y que fue interrogada por Mueller en agosto por sus vínculos con el exasesor.
Stone y Davis han trabajado juntos desde 2010, cuando la "Madame de Manhattan" se presentó a los comicios por la gobernación de Nueva York con una polémica plataforma "contra las prohibiciones", que pedía la legalización de las armas, de la prostitución, de la marihuana y el matrimonio igualitario.
Davis fue arrestada en 2013 después de vender drogas a un individuo que cooperaba con el FBI, hecho por el que fue condenada a dos años de cárcel, siendo liberada en mayo de 2016.
Se ganó el apodo de la "Madame de Manhattan" en los tabloides de Nueva York tras admitir públicamente que se había encargado de conseguir prostitutas para la elite adinerada y famosa de la ciudad.
Estos giros sorprendentes salpican la biografía de Stone, quien en 1996 fue despedido de la campaña presidencial de Dole después de la publicación de una noticia por parte del tabloide National Enquirer, que le acusaba de publicar anuncios junto a su segunda esposa, Nidya, de origen cubano, para buscar compañeros sexuales.
Aunque en un principio lo negó, en una entrevista en 2008 con la revista The New Yorker, Stone admitió que los anuncios eran suyos y que lo había rechazado anteriormente porque sus abuelos seguían vivos en 1996: "No soy culpable de hipocresía. Soy libertario y libertino", zanjó.