Por Néstor J. Saldívar
Educador, abogado y comunicador
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Viajar como residente permanente en la era Trump se ha convertido en una decisión que requiere más cautela que nunca. Esta nueva administración trae consigo una política migratoria más estricta y la posibilidad de nuevas restricciones que podrían afectar el derecho al reingreso de miles de inmigrantes. Aunque quienes poseen una tarjeta verde tienen la prerrogativa de regresar a Estados Unidos, el actual panorama político exige un análisis más profundo de los riesgos que implica salir del país en este momento.
El precedente de la administración Trump entre 2017 y 2021 dejó en claro que su enfoque en inmigración se basó en restricciones severas, incluyendo vetos migratorios, inspecciones reforzadas y una actitud más agresiva de las autoridades en la frontera. Lo comienza a observarse en este segundo son medidas aún más estrictas, lo que genera incertidumbre entre los residentes permanentes que, por diversas razones, necesitan viajar fuera del país. En este contexto, una ausencia prolongada o la falta de pruebas claras de lazos con Estados Unidos pueden ser factores determinantes a la hora de intentar regresar.
Uno de los principales riesgos para los residentes permanentes que viajan al extranjero es el tiempo que permanecen fuera del país. Si la ausencia es menor a seis meses, en la mayoría de los casos el reingreso no debería presentar inconvenientes. Sin embargo, si la estadía se prolonga entre seis y doce meses, el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) puede considerar que el viajero ha abandonado su estatus. Para quienes permanecen fuera más de un año sin haber tramitado un permiso de reingreso, el riesgo de que se les niegue la entrada es aún mayor.
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A esto se suma la posibilidad de que la administración Trump amplíe la lista de países sujetos a prohibiciones de viaje. Aquellos residentes permanentes que hayan pasado tiempo en naciones bajo restricciones podrían enfrentar inspecciones más rigurosas e incluso ser retenidos en aeropuertos mientras se determina si pueden o no regresar. Las políticas de seguridad nacional podrían reforzar el escrutinio en ciertos casos, lo que aumentaría los tiempos de espera y la incertidumbre para quienes buscan reingresar.
Otro factor clave es la solidez de los vínculos que los residentes permanentes mantienen con Estados Unidos. Un empleo estable, la propiedad de una vivienda, cuentas bancarias activas y la presentación de declaraciones de impuestos son algunos de los elementos que CBP podría evaluar para determinar si una persona sigue considerando a Estados Unidos como su hogar principal. En un escenario de mayor endurecimiento de las políticas migratorias, la falta de estos elementos podría convertirse en un obstáculo serio para regresar sin inconvenientes.
El contexto exige prudencia. Viajar en este momento sin una planificación adecuada podría acarrear consecuencias inesperadas, desde interrogatorios prolongados hasta la posibilidad de que un oficial de inmigración determine que la residencia ha sido abandonada. Para minimizar riesgos, los residentes permanentes deben contar con documentación que demuestre sus lazos con el país y, en caso de planear una ausencia prolongada, considerar la posibilidad de obtener un permiso de reingreso antes de partir.
La realidad es que, aunque la residencia permanente otorga derechos significativos, no es una garantía absoluta de reingreso. La nueva administración ha dejado claro que su enfoque en materia migratoria será aún más riguroso, lo que implica que cada salida del país debe ser evaluada con detenimiento. En un escenario de cambios y medidas más restrictivas, la mejor estrategia para los residentes permanentes es actuar con previsión, asegurando que su regreso a Estados Unidos no se vea obstaculizado por decisiones políticas que, hoy más que nunca, están sujetas a cambios abruptos.
Acerca del autor
El Lic. Néstor Saldívar posee una maestría en Ciencias de la Educación, con enfoque en Planificación Educativa. Es abogado y comunicador, antiguo director asociado de comunicación de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para la región del Caribe. Obtuvo la visa EB-2 con la exención por interés nacional en base a sus propios méritos en tan solo 45 días. Por su experiencia y con deseo de ayudar a otros a lograr lo mismo, crea contenido educativo desde su plataforma ResidenciateconS y otros medios.
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