La legisladora Marjorie Taylor Greene, que se ha adherido abiertamente al movimiento conspiratorio QAnon, desató dentro del Partido Republicano una crisis de identidad difícil de resolver y que este jueves acabó con su expulsión de los comités a los que estaba asignada, una de las mayores reprimendas del Congreso.
El Partido Republicano se negó a disciplinar a la congresista y hoy los demócratas usaron su mayoría en la Cámara de Representantes para expulsarla del comité de Educación y del comité del Presupuesto, puestos a los que había sido designada por su propia formación.
La votación en la Cámara de Representantes fue muy significativa: 199 de los 211 republicanos votaron a favor de Greene, mientras que todos los demócratas lo hicieron en contra.
LOS CONSPIRACIONISTAS GANAN LA PRIMERA BATALLA
Los números muestran que, por ahora, los conspiracionistas han ganado la primera batalla en la guerra que se libra dentro del Partido Republicano para definir su identidad, ahora que Donald Trump ya no es el presidente.
Los miembros más apegados a la tradición de la formación temen que esa ala más radical acabe por robarle la identidad; pero, al mismo tiempo, no tienen el valor suficiente para plantarle cara, puesto que eso podría suponerles una pérdida de votos entre el nido de acólitos de Trump.
Antes de la votación, el líder republicano en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, intentó hacer malabarismos.
"Déjenme ser claro -dijo- los comentarios de Greene como ciudadana privada no representan los valores de mi partido. Como republicano, como conservador y estadounidense, condeno esas visiones inequívocamente".
Sin embargo, McCarthy tenía poder para retirar él mismo a la polémica congresista de los dos comités a los que previamente la había designado y eligió no hacerlo.
Los republicanos se reunieron a puerta cerrada el miércoles para hablar sobre Greene. Como en Washington todo se acaba sabiendo, los medios reportaron hoy que la congresista pidió a sus correligionarios perdón por los comentarios que había hecho antes de llegar al Congreso.
Y, en respuesta, fue ovacionada por aproximadamente la mitad de los congresistas que participaron en la reunión.
APROVECHA LA POLÉMICA PARA RECAUDAR FONDOS
Además, Greene ha aprovechado para recaudar fondos para su campaña, algo que ha hecho sin pudor con mensajes públicos en Twitter.
Al mismo tiempo, los demócratas han invertido medio millón de dólares en anuncios de televisión y en internet con el objetivo de convertir a la polémica congresista en el rostro del Partido Republicano antes de las elecciones legislativas de 2022, en un intento por dañar la reputación de los conservadores.
En noviembre del año pasado, Greene fue elegida como una de las representantes de Georgia y se convirtió en la primera persona que llegaba al Congreso tras proclamar su fe en QAnon, un grupo formado en foros de Internet y que fue uno de los que impulsó el asalto al Capitolio el 6 de enero.
Los seguidores de ese movimiento, que el FBI considera una potencial amenaza de terrorismo directo, creen que el mundo está dirigido por una organización de pedófilos satánicos que, entre otras cosas, conspiraban para derrocar al ya expresidente Donald Trump.
SIN PEDIR PERDÓN
Desde el principio, Greene fue señalada como una figura polémica, pero su presencia en el Partido Republicano comenzó a ser cuestionada cuando a finales de enero salió a la luz que había dado "me gusta" a mensajes de Facebook que apoyaban ejecutar a la demócrata Nancy Pelosi y a agentes del FBI.
Esas revelaciones se produjeron en medio de un ambiente muy tenso tras el ataque al Congreso, donde murieron cinco personas y los asaltantes -entre ellos miembros de QAnon- acudieron con la intención de acabar con la vida de algunos demócratas, tal y como proclamaron en redes sociales.
Hoy, en un discurso en el Congreso, Greene aseguró que lamentaba "algunas de las palabras del pasado", pero no se disculpó por su retórica violenta y racista.
Intentó retratarse como una "estadounidense muy normal" que simplemente se hizo eco de teorías conspiratorias antes de llegar al poder y aseguró que esa visión ya no representa sus valores.
Su discurso, que duró 10 minutos, incluía frases como: "También quiero decirles, los ataques del 11 de septiembre existieron", unas afirmaciones que en cualquier otro contexto serían disparatadas.
Anteriormente, Greene había considerado que esos atentados terroristas fueron un montaje y también cuestionó los tiroteos masivos en las escuelas de Sandy Hook y Parkland al considerar falsamente que buscaban privar a los estadounidenses de su derecho a portar armas.