Tres psicólogos clínicos definieron al “lambón” como un personaje del folclor dominicano que se caracteriza por la adulación, el oportunismo, el arribismo, que se muestra solidario, amistoso y fiel a otra persona, líder o institución con el fin de obtener y lograr cosas, posiciones, alimentación, dinero y disfrutes.
Desiree Jiménez, Alexandra García y Gunter Lorenzo afirmaron que el “lambón” ha existido en todas las sociedades históricamente, porque está en todas las clases sociales, instituciones, grupos, partidos, iglesias, gobiernos, barrios y lugares de trabajo.
Consideraron que ese porcentaje puede ser dañino y peligroso porque se muestra “solidario”, servicial, muy amistoso, dispuesto, amable y agradable, pero con el objetivo de obtener lo que quiere.
Explicaron que también se torna peligroso porque siempre busca enterarse de todo cuanto ocurre en su alrededor, en su barrio, en la institución o empresa en que trabaja, en los partidos, sindicatos, agrupaciones y familias, para luego contarlo más adelante con los fines de ser compensado o recibir mejores tratos de su patrón, un amigo o persona a la cual adula para escalar posiciones y ascensos e impedir que otro le haga competencia en lo que busca.
Alexandra García afirmó que la razón de ser del “lambón” es que exista un narcisista, que es otro personaje al que dijo le gusta que resalten sus condiciones de atractivos, de riquezas, de poder y otras cualidades personales.
Señaló que el “lambón” sufre de un trastorno que cultiva para obtener prebendas y fines ulteriores, en base a objetivos preestablecidos, señalados previamente.
Para Desiree Jiménez un “lambón” es un “limpiapolvo”, que además se vuelve egoísta, que se enoja cuando le niegan lo que quiere y hasta pelea cuando aparece otro que le haga competencia cuando amenaza la posibilidad de obtener algo que quiere.
Consideró que los “lambones” son un peligro para los gobernantes, porque están a su alrededor y los tienen engañados.
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Puntualizó que el “lambón” cultiva el sentido de pertenencia, se cree merecedor de lo que exige, pide o busca.
Alexandra precisó que el “lambón” “es una persona que tiene una agenda oculta y que busca congraciarse para lograr sus objetivos”.
Tipos de aduladores
Los profesionales de la conducta en sus análisis sobre el personaje del “lambón” concluyen en que son varios tipos: está el “lambón” del barrio, que siempre llega a las casas a la hora de la comida, que siempre pide a los demás y se cree merecedor de que les den.
Está el “lambón” solidario y servicial, que siempre está dispuesto a hacer un mandado, a ayudar a cargar algo, a hacer mandados, a acompañar a los enfermos y a realizar diligencias, todo con el fin de que les den dinero o les garanticen la alimentación.
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También citaron al “lambón” turístico, que se entera de las fechas de viajes y llegadas de viajeros, para saludarlos efusivamente, mostrarle amistad, simpatía y disposición de ayudarle, para disfrutar del dinero de este, de los momentos y lugares donde esa persona esté.
Alexandra García estima que el “lambón” es un ser inteligente, porque identifica la forma de ser de la otra persona de la cual busca beneficiarse e identificar sus carencias y debilidades para resaltarlas y hacerla creer mucho más importante de la cuenta.
“Es un narcisista negativo, que busca cómo encajar en un medio en el cual de otra manera no podría, sea por falta de recursos económicos, de personalidad o incapacidad intelectual”, subrayó.
Sin embargo, Desiree, Alexandra y Gunter coincidieron en que, aunque dañino en la generalidad de los casos, en ocasiones el “lambón” podría ser necesario, porque se precisa de su presencia o servicio.
Recomendaciones
Desiree sugirió a quien se crea un “lambón” que busque ayudas para que supere esa conducta e igual recomienda a quienes creen que necesitan de ese personaje, debido a sus carencias o precariedades afectivas.
“Hasta para eso hay remedios”, manifestó.
De su lado, Gunter Lorenzo entiende que la mejor manera de ayudar al “lambón” es recomendarle que deje su comportamiento, porque le hace daño.
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