La música no constituye una de las causas de la violencia, por lo que sería temerario afirmar que el comportamiento violento puede explicarse a partir de su impacto en el proceso de socialización del individuo.
Sin embargo, esta expresión artística, es un cómplice perfecto al que solemos apelar para celebrar muchos de los momentos más exultantes de nuestras vidas, también representa una variable contextual en diversas manifestaciones de conflictos que, en ocasiones, tienen como resultado amenazas, riñas y hasta homicidios.
En República Dominicana, un país donde la música es emblema y parte de nuestra herencia cultural, ha venido cautivando la opinión pública de los últimos días la prohibición, por parte de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía (CNEPR), de la bachata "La Suegra", interpretada por Romeo Santos, considerado por muchos el principal ícono internacional de lo que otrora fuera la "música de amargue".
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El organismo encargado de “garantizar y velar por la moral social evitando que se lleven a cabo espectáculos públicos y emisiones radiofónicas que ofendan la moral, las buenas costumbres, los principios y las normas del país”, sustenta su prohibición en el argumento de que la pieza utiliza un lenguaje “inapropiado, desconsiderado y atropellante”, tales como “era tu maldita madre”, haciendo alusión a la suegra del intérprete, de quien éste pretende deshacerse tramando su muerte.
Ciertamente, tanto la lírica de la canción como las imágenes del video, constituyen no solo una verdadera apología a los estereotipos y los prejuicios respecto al pintoresco personaje de la suegra, sino que presenta como eje las apelaciones a la ira, el odio, los resentimientos y la venganza en sus más crudas expresiones.
Todo ello, justo en momentos cuando los brotes de violencia se han disparado a niveles altamente preocupantes, ocupando la atención de todos los sectores de nuestra sociedad en torno a su abordaje efectivo.
Las reacciones a la medida no se hicieron esperar. Unos la favorecieron, pero otros arremetieron contra ella. En lo atinente a estos últimos, llama la atención que esgrimen como uno de sus argumentos el hecho de que, en la trama que presenta el video, el famoso bachatero caracteriza al personaje de "Balbuena" (producto del ingenio del extinto Luisito Martí y símbolo de nuestra domicanidad), por lo que todo se reduciría a una inocua obra humorística.
Sin embargo, es bueno recordar que “Balbuena”, más que promover la violencia como método para resolver conflictos, básicamente ponía de relieve la perseverancia, tenacidad, astucia y bondad propias del dominicano cuando de hacer realidad sus sueños se trata, en su caso, viajar a Estados Unidos.
Otro de los planteamientos de aquellos que se oponen al veto, se refiere a la actitud tolerante que la CNEPR exhibe cuando de muchos otros productos musicales se trata, sobre todo del género urbano, lo cual sería una evidencia de sus resoluciones sesgadas y arbitrarias.
En este sentido, es pertinente señalar que la solución a la violencia, en modo alguno, vendrá dada favoreciendo la incorporación al tejido social de más elementos que puedan reforzar o detonar las confrontaciones, bajo el argumento de que otros han sido permitidos. Por lo contrario, tenemos que persistir para reducir al mínimo todas estas amenazas a la paz. No es necesario sumar más.
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