Antes de empezar la Columna de los viernes y de responderles esta pregunta, me gustaría que nos situáramos en el pasado domingo. Ese día en que Jatnna Tavárez logró una exclusiva con el Presidente de la República. Se le hicieron algunas preguntas, pero la más esperada fue la que estaba relacionada con la reelección.
Si alguno de ustedes recuerda, hace casi cuatro años Danilo Medina decidió reelegirse, a pesar de que había prometido no hacerlo porque -y ojo aquí- no creía en la reelección. En esta ocasión, muchos pensaron que el primer mandatario descartaría con un "no" tajante cualquier intención reeleccionista. Sin embargo, sorprendió con una respuesta a medias y que dejó abierta la posibilidad de un tercer mandato. La frase: "Hablamos de eso cuando llegue marzo", alertó a muchos. Otros, quizás más escépticos, ni se inmutaron.
Desde hace mucho, los dominicanos estamos acostumbrados a escuchar este tipo de declaraciones ambiguas.
Es normal que un presidente de turno, sin importar el color de su partido, diga que la reelección es un cáncer; pero en el momento de la verdad, la hora cero, cuando llegan las primarias y la costumbre del poder lo absorbe, cambie de parecer.
En este caso y en esta columna, no pretendo que hablemos de política ni que analicemos las consecuencias de esta práctica. Hoy quiero que profundicemos el por qué vemos con tanta suspicacia a los supuestos abanderados de la reelección. Empecemos.
Toda posición que tenga una figura pública debe estar basada en unos mensajes claves, los cuales pueden ser representados como una casa. Esta infraestructura tiene un techo que vendría siendo el mensaje principal y que estaá sostenido por cuatro columnas que serían los mensajes secundarios. Estos mensajes secundarios, a su vez, están fundamentados en datos que le dan peso a ese mensaje principal que se quiere transmitir.
Entonces, y en ese sentido, no es suficiente tener esa casita de mensajes ahí, colocarla de vez en cuando en las entrevistas, transmitir algunas de las frases que la componen en las notas de prensa, también es imprescindible que esos mismos mensajes sean la punta de lanza para las acciones que vayamos a desarrollar. Esto, sin importar el tiempo, el contexto y la coyuntura. Inclusive, el tener ya una línea de discurso definida nos obliga a analizar cualquier cambio de posición y a ver si realmente vale la pena salirnos de lo ya establecido.
Habiendo planteado el escenario completo, respondamos la pregunta del inicio. No creemos en "estoy en contra de la reelección", porque es un cliché que encierra incoherencia, ya que el mensaje central va por un lado, pero las acciones a futuro se dirigen en otro. Dudamos porque cualquier percepción positiva sobre el tema se desploma al acercarse los comicios. No confiamos porque la reputación y credibilidad de la clase política se ha visto afectada; ya no importa quién la diga, de inmediato se duda.
Ya no creemos porque esos mismos mensajes claves se han quedado grabados en algún USB o engavetados en un archivo de oficina.
En conclusión, la credibilidad no la da el repetir el mismo mensaje 100 veces, sino el hacer 100 veces por 100 lo que prometes.
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